Opinión

Un hotel como centro de atracción de la ciudad

Cuando en los años sesenta el arquitecto Alex Reilen, presidente de la Caja Provincial de Ahorros, dedicaba a hotel un espacio importante del edificio de la Torre, lo hacía con una intención muy clara: dotar a la ciudad de un hospedaje de alto nivel que actuara como centro de atracción de la vida económica y social de la ciudad. Con ello seguía el modelo de hotel de las ciudades hispanoamericanas en donde había vivido varios años, y lo consiguió. En los salones privados, el restaurante y la cafetería del San Martín se desarrolló durante  unos años la mayor actividad de la ciudad. Alex, marqués de Alta Gracia, aprovechó el casi ilimitado presupuesto de la Caja para volcar su buen gusto en la distribución del espacio interior y en la decoración. Encargó la cristalería a la empresa Álvarez de Vigo, la cubertería la eligió de plata Meneses con el anagrama del hotel dibujado por él. Las habitaciones eran amplias, con mobiliario de la entonces famosa Casa y Jardín, y aire acondicionado. Doce de ellas catalogadas como "de honor", contaban con saloncito privado y sábanas de hilo. Era un lujo austero, minimalista y buscando la calidad. 

Además de las 60 habitaciones, que suponían 102 plazas hoteleras, el hotel contaba con varios apartamentos en régimen hotelero atendido todo por un total de 80 empleados. El restaurante fue durante años el lugar elegido por el “todo Orense” como lugar preferido para recibir el nuevo año. La cafetería de la planta baja, convertida en el lugar ideal del cotilleo provinciano facilitado por sus amplios ventanales, cerró en 1978. El hotel pasó de ser propiedad de la Caja a propiedad particular y sufrió varias transformaciones interiores, no siempre afortunadas, como convertir el comedor en habitaciones.

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