Opinión

Aroma de nostalgias

Opasado nunca pasa, Ourense”, es el título de una publicación de Teófilo Edicións presentada recientemente con gran éxito en el Teatro Principal. En ella se recoge con acierto y sabiduría, la retrospectiva de un Ourense que revive con fuerza en la actualidad a través de la belleza y la nostalgia de unas fotografías que tienen voz propia. Este renacer en imágenes de una ciudad llena de encanto, historia e identidad propia, se debe a la iniciativa plena de sensibilidad de José Luis Teófilo Piñeiro. Él, junto a Maruxa Agra, con estas difusiones, primero fotografiando Santiago de Compostela, más tarde Pontevedra y ahora la capital ourensana, está logrando auténticos e impagables documentos de la Galicia de nuestros ancestros y mayores más cercanos, recuperando la memoria de un pueblo que de esta forma puede tener una intelección más completa para ver y sentir, quién ha sido y quién es. El libro (del que tuve primer conocimiento gracias a José Manuel Campelo), magníficamente editado, ayuda a quien lo examina, a pasar al otro lado del espejo, en el que se encuentra el mundo que fue, del que venimos y del que en el presente continuamos su construcción. La organización del acto fue sin duda perfecta. En ella se escuchó música selecta a cargo del pianista Juan Carlos Camba, quien acompañó en sus interpretaciones a la cantante Rosa Leiro, cuya voz revivió hermosos temas, y dejó el eco melancólico de Rosalía de Castro. También conmovieron las palabras sentidas, cálidas y seguras pronunciadas por el conselleiro de Cultura, Jesús Vázquez; el vicepresidente del Parlamento Galego, Miguel Santalices, y una Fernanda Mosquera en estado de gracia. Las puertas imaginarias del evento fueron abiertas por mi querido amigo Miguel Fernández Alonso, quien por unos momentos llenó el teatro de agudeza en su papel de “afiador” socarrón. Cerró el turno de palabra un Teófilo Piñeiro, profesional de las técnicas de la información, publicidad y diseño, pleno de inspiración y sentimientos de amor a una Galicia que lleva dentro de sí, podría decirse, como lema de vida. Al final el Teatro vibró con la proyección de una selección fotográfica en la que se reconocieron muchos de los asistentes; se recordó a los que fueron, y se disfrutó con los peques que entonces reían ante las cámaras, y que hoy son ya hombres y mujeres. Gracias, Teófilo.

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