Opinión

Colores para el dolor

Es verdad que los sentimientos y las grandes emociones cuando son negativas producen dolor. Dicen que el corazón no duele, pero el pecho sufre algo así como el peso de una losa que no permite respirar, ni hablar, ni vivir. La muerte de un ser querido o el amor llegan a provocar dolor físico por la alteración del ritmo cardíaco y la rigidez muscular. El dolor se produce en todas las partes del cuerpo según el profesor de neurociencia cognitiva, Lauri Nummenmaa, de la Universidad de Aalto en Finlandia. Los estudios realizados al respecto concluyen que las emociones aparecen asociadas con diferentes mapas corporales, lo que es algo común al ser humano al margen del estatus social, cultural, de color o raza. Según las reacciones vividas, éstas afectan a la anatomía por separado. 

El interior del ser humano está lleno de señales y claves que se van descifrando con el tiempo en los laboratorios donde se descubren maravillas. Con esos conocimientos y a una velocidad nunca soñada, se van solucionando infinidad de problemas que hace poco tiempo eran irreversibles. El hecho de saber en qué lugar concreto del cuerpo repercuten las causas más candentes de nuestra existencia, nos hace más conscientes de nuestra naturaleza y más llevaderos sus efectos. La duda es siempre peor que la certeza, porque ésta nos ayuda a buscar la solución en el lugar y con los medios que corresponden. Máxime si quienes estudian estos comportamientos del organismo, aseguran que son mecanismos biológicos que responden a estímulos del entorno. El equipo de Nummenmaa realizó varios experimentos con personas, señalando con pintura de diferentes colores en las diversas partes de sus anatomías, receptoras del impacto causado por emociones fundamentales o complejas. Fueron tema de investigación alteraciones anímicas como la ira, el temor, el hastío, la felicidad, la depresión, el amor, la ansiedad, la tristeza, el orgullo, la vergüenza o la envidia. Gracias al mapa dibujado, se pudo comprobar que el cuerpo humano sufre en cada punto de su integridad el dolor de las emociones. Ahora se sabe más, nos conocemos mejor y afinamos la percepción de vulnerabilidad. Somos un conjunto de combinaciones complicadas pero que, al final, todas responden de manera perfectamente sincronizada, al igual que un instrumento musical que al ser pulsado emite una sinfonía.

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