Opinión

Como la vida

Las casas viven, tienen pasado y futuro. Las casas nacen y crecen con la ayuda de los equipos encargados de la construcción. Una vez acabadas, lucen nuevas, espléndidas, limpias. Luego se llenan de la vida humana que crece en ellas, y a veces animal, un perro, un gato, un pájaro... En ellas hay movimientos, voces, pasos. Se colman de olores, las calienta el fuego y las refresca el agua. Por sus ventanas entra el sol y por sus puertas la esperanza. Mientras están ocupadas, con los años van envejeciendo y llegan a padecer las mismas dolencias que sus moradores. Hoy se estropea esto, mañana lo otro. 

Siempre hay que reparar algo, como los mortales que precisan ir al médico, y al igual que ellos necesitan repasos y análisis de su estado. En algunos casos el tejado se estropea más de lo normal y causa problemas graves para las familias, estragos difíciles de reparar. Si se pudieran poner nuevos… Son como la vida misma. Siempre hay que estar atentos a un grifo, un cable, una bombilla, una puerta, un cristal, un desconchado, un desagüe o baldosa, porque los engranajes, las argamasas o los materiales que los sostienen pierden fuerza y sucumben. Cuesta sostenerlas, prepararlas para el futuro, igual que a un miembro del clan, y hay que vestirlas, hacerlas cómodas como si se las educara para que venzan las dificultades próximas. Hay que limpiarlas sistemática y diariamente, como un cuerpo humano. Las casas viven mientras viven sus inquilinos. 

Una vez que estos desaparecen, ellas empiezan a morir. La naturaleza abraza sus paredes y la humedad lame sus centros, la salitre de la tierra, el frío y el calor las agrietan, y todo se apodera de la poca energía que les queda. Sus ventanas, en otro tiempo luminosas son como cuencas vacías de las que escapa la luz, y su corazón, otrora alegremente acompasado, deja de latir. Siempre que paso cerca de una casa abandonada, solitaria, medio en ruinas, pienso en la vida que tuvo, en la calidez que la animó, en las risas, las lágrimas, los nacimientos y ausencias que albergó… La soledad no elegida, mata, como a muchos humanos, o animales, abandonados, olvidados, encerrados, presos en su soledad. Las casas reflejan la situación cotidiana. Todo lo abandonado muere en la tristeza, polvo al polvo. Casas humildes, grandes, nobles, castillos que intentaron tocar los cielos, y que fueron…

Te puede interesar