Opinión

El rompecabezas

Por la ventana, a través de los cristales, entra la luminosidad de un nuevo día que trae consigo la incógnita de un presente temido, y la esperanza basada en el terrible hecho de que todo nace, se desarrolla y muere. Y la amenaza que constriñe el ánimo, también tiene que estar sujeta a esa ley no escrita. Fuera, la vida sigue ajena a los pesares humanos. Hay que levantarse, aviarse, vestirse, desayunar como si todo fuese natural, como siempre, porque es imposible asumir lo que pasa. Es como un sueño del que queremos despertar sin que llegue el momento de abrir los ojos. Y tal vez sea lo mejor, porque si fuéramos plenamente conscientes… La naturaleza es infinitamente sabia y hay que estarle agradecidos. Se empiezan las labores diarias. 

Hay que arreglar la casa, limpiarlo todo, y preparar lo que se ha de consumir. No hay otra opción y se impone cumplirla. Pasa el tiempo y las horas se llenan de páginas de información, consejos útiles, formas de hacer adminículos de defensa contra el contagio, de juegos de parchís, televisión… Sobre la mesa grande se pone un tablero que contiene un montón de pequeñas piezas que son parte de un todo. Esto recuerda al mundo, todo es parte de un todo. Pero el todo que hay sobre el tablero representará un instante placentero que un dibujante, artista sensible, ha dibujado para ayudar a agilizar la vista y la mente, pese a llamarse rompecabezas. 

El dibujo que hay que recomponer es un paisaje idílico, cubierto de nieve con árboles blancos y caballos que arrastran trineos y carruajes, cuyos ocupantes se asoman a las ventanillas. Hay un hombre que pasea a dos perros, y tres más que conversan junto a unas cataratas heladas. Todos ellos visten de negro y llevan sobreros de copa. Hay globos, lazos, pájaros, mujeres y niños alegres, y muchas flores en guirnaldas redondas. Todo es maravilloso y según se ponen las piezas se siente la sensación de crear un mundo en paz donde todos los seres que lo habitan son felices. Según se avanza en la obra, crece la sensación de que ese mundo hallado en pequeño caos, se puede convertir en algo hermoso cuya vista serena. Cierto que hay que trabajarlo, buscar entre el montón de piezas que se confunden y confunden, hasta llegar a aquella que encaje definitivamente en el lugar que le corresponde. No es un rompecabezas, es un mundo soñado hecho a medida.

Te puede interesar