Opinión

Fenómenos atmosféricos

La naturaleza es tan increíble, que una y otra vez hay que estar de acuerdo con quien dijo que no hay nada que se imagine el ser humano que ya no exista. Cada vez que la ciencia da un paso hacia adelante o se sumerge más profundamente en el misterio que nos rodea, y del que formamos parte sin percatarnos de ello, uno se da cuenta de las maravillas que nos ofrece. Y este misterio se extiende de arriba a abajo, de un extremo a otro de nuestro mundo, o mejor dicho, del universo sideral que habitamos. Por ejemplo, las tormentas que vivimos en determinados tiempos. ¿Qué son, cómo y por qué suceden? Todos, más o menos, lo sabemos o recordamos, pero no está de más echar una visual a lo que dicen los diccionarios: la tormenta “es un fenómeno meteorológico caracterizado por la coexistencia próxima de dos o más masas de aire de diferentes temperaturas. 

Este contraste, asociado a los efectos físicos implicados, desemboca en una inestabilidad caracterizada por lluvias, vientos, relámpagos, truenos, rayos y ocasionalmente granizos, entre otros fenómenos meteorológicos”. Y entre esos “otros”, figuran los superbolts, extraordinarios relámpagos, con megaflashes que alcanzan cientos de millas de longitud, y que son registrados por la OMM. El pasado año tuvo lugar uno de ellos en Argentina. Este rayo batió records de permanencia, ya que quedó congelado en el cielo durante 17 segundos. Tuvo que ser impactante ver fijas en las alturas las cristalinas líneas amenazantes, como si pudieran caer en añicos sobre los observadores. Todo es como la vida misma, cuestión de temperaturas, de duración, de niveles… 

Si se tiene en cuenta que la iluminación de un relámpago suele durar un par de segundos, sin dar tiempo a poner los ojos en él, ¿cómo será verlo suspendido en la oscuridad del cielo durante casi medio minuto? Tiene que ser temible, pero al mismo tiempo bellísimo. Otro de los efectos que se han podido ver en reportajes, películas, fotografías…, y que representan un prodigio en sus preciosos colores, como gasas flotantes en las noches del polo norte, son las auroras boreales. Para la imaginación de los afortunados testigos de ello, ha debido de suponer el poder trasladarse a otra dimensión insospechada. El cielo, la atmósfera, lo que un día nos sorprende, alegra y hace feliz, es un portento más que enriquece el mundo cotidiano.

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