Opinión

La noche mágica

Se acerca la fiesta de la infancia, de las sorpresas, de las sonrisas y la ilusión. ¡Quién volviera a mirar el mundo como algo sano y limpio, descubrirlo y explorarlo de la mano de la madre, del padre…! Y sentir que la noche del 5 de enero es mágica, porque dicen que hace siglos tuvo lugar el nacimiento de un niño, cuyo acontecimiento hizo que hasta el cielo se conmoviera. Cuenta la tradición cristiana, que en memoria del tal prodigio, todos los años, tres Reyes exóticos y sabios, vendrán a traernos regalos, si hemos sido buenos. Ellos premian la virtud, pero jamás se dejan ver en el dulce momento, porque pertenecen al misterio. Y el misterio es como maravillosas alas brillantes de preciosos colores que se elevan hasta perderse en el aire, sin posibilidad de alcanzarlas. 

Pero dejan el encanto en los inocentes corazones que confiaron. Para que se produzca el portento, hay que cerrar los ojos, y dormir y esperar. Porque si se mira, el hechizo desaparecerá. Todo adulto lo sabe. Pero ¿quiénes son y que significan esos seres que tanto quieren a las criaturas? Es sabido que son Melchor, Gaspar y Baltasar, que viajaron hasta llegar al recién nacido para adorarle y ofrecerle tres presentes reconociéndolo como Rey, Hombre y Dios. Gaspar, oro, símbolo de realeza, dignidad y pureza; Baltasar, mirra,  bálsamo que posee carácter medicinal; y Melchor, incienso, aroma símbolo de la espiritualidad. Cada uno representaba las tres edades del hombre, y los tres continentes conocidos hasta entonces: África, Asia y Europa. Unidos, en la búsqueda del niño, siguieron a una estrella centelleante que, desde el cielo, los guiaba hacia Belén. 

Tras largos días de viaje, la estrella se posó sobre un establo en el que un buey y una mula daban calor al precioso bebé acostado sobre unas pajas. Sus padres le velaban con el amor con que todos los padres custodian a sus hijos, y los hombres de buena voluntad alababan a aquel que irradiaba luz. Así, esos días que van desde el nacimiento a la llegada de los Reyes al portal, son la espera que los niños han de guardar: hay un tiempo para rezar y un tiempo para jugar. Su buen comportamiento, paciencia y dominio de su deseo de regalos, serán recompensados el 6 de enero. El importante significado de la bella historia es que cada ser humano que nace merece ser adorado y respetado como un Dios.

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