Opinión

La paradoja

Las modas, ya se sabe… Como alguien dijo, son como fundas de almohadas en las que por un lado se embute lo que se desecha, y pasado el tiempo, por el otro lado, se vuelve a sacar para lucir. Lo que jamás se había visto hasta ahora, fueron las ropas rotas, desgarradas, hechas trizas expresamente, para ir más guapos con prendas caras. ¿A cuánto sale cada roto? Depende de la marca, claro. A veces la “marca” se fabrica en casita. “A ver, voy a dejar estos pantalones que no se va a ver el tejido original ni con lupa”. Lejía, rozaduras, deshilachamientos, agujeros. “Me van a quedar chachipiruli”. Ventilación gratis. Ahora, bueno, ahora no, precisamente, porque ya escribí sobre ello hace tiempo. Me refiero a la nueva moda de zapatillas o tenis sucios.

Sí, sí. Tenis carísimos con sombras de suciedad hechas a propósito. Sin duda estamos en la era más avanzada de la historia, la más rica, y con más posibilidades. Los viajes espaciales, la comunicación, los adelantos nunca imaginados en medicina, la robótica… Maravillosa la mente humana. Sin embargo, también podría decirse que estamos en la era de la fealdad, del camelo, del timo cultural, de la confusión… Un dato sencillo, simple, que lo evidencia, es el de los pantalones rotos o las zapatillas sucias. ¿A quién se le ocurrió por primera vez, que eso era elegante o estético? Creo, queridos lectores, que nos hemos quedado muy atrás en lo que respecta a la evolución del gusto del diseño. Vamos a tener que ponernos al día, y por supuesto avivar la mentalidad y pensar que una mancha es un adorno y un roto el sumun de la genialidad. 

Los tiempos cambian y hay que ir con ellos. ¿O no? No sé. A estas alturas es bastante difícil llegar a una conclusión sobre modas, pintura, literatura, cine… El tiempo pasa tan deprisa, que no da tiempo a asimilar las nuevas formas y medios. Aunque en cierto modo, si se piensa detenidamente, todo es comprensible. Al fin y al cabo, la figura humana pocas innovaciones admite. Dos brazos, dos piernas… Capa o abrigo, mangas o sisas, largo o corto. Sí, hay que inventar algo nuevo para variar. ¿Y que puede ser lo nuevo? Pues lo roto que nadie quiso nunca. Lo manchado que siempre se disimuló. Es la paradoja. Antes se ocultaba la pobreza, ahora el signo de miseria es muestra de poder adquisitivo. No todo el mundo puede llevar las zapatillas sucias.

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