Opinión

Las hilanderas

Hay tantas arañas en el mundo, que dicen los expertos que si se juntaran y se lo propusieran devorarían a la humanidad en un santiamén. Afortunadamente, no les da por reunirse. Según el diccionario, “las arañas son del orden más numeroso de la clase Arachnida, lejanamente emparentadas con otros grupos de artrópodos, como los insectos con los que no deben confundirse”. Hay una gran variedad de estos patudos y peludos metemiedos, algunas de las cuales son venenosas, pero todas buenas y sacrificadas madres hasta la muerte, e incansables trabajadoras a jornada completa. Para establecer sus talleres eligen todas las posibilidades de la naturaleza urbana o salvaje, locales deshabitados o cualquier rincón de nuestras casas en las que se acomodan fácilmente. Sus enemigas clásicas son las escobas. 

En cuanto al método para conseguir el alimento, será mejor que lo pasemos por alto. Ellas provocan la aracnofobia, y sin embargo, ahí donde las ven, queridos lectores, hacen grades servicios a la humanidad, porque el universo de estos seres es mucho más interesante de lo que puede parecer. A tener en cuenta que sus telas son uno de los materiales más fuertes del mundo, además de poseer otras propiedades que actualmente se utilizan para los nuevos tipos de músculos artificiales, o sea, robóticos. Sus hilos también se contraen y rotan según la humedad y así compiten con otros materiales en, por ejemplo, el control de válvulas. 

Estos últimos descubrimientos fueron publicados por la revista Science Advances, sobre un documento del profesor Markus Buehler, del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Son increíbles misterios de la naturaleza. Con sus telas se hacen infinidad de cosas, entre ellas, los chalecos antibalas de los soldados. Esto dice que por muy insignificante que nos parezca un ser, siempre está ahí por y para algo. Unas veces para bien, otras para mal. Su existencia no es fortuita y si se estudia por los que saben ver y analizar, su vida, a veces, salva la nuestra. No hay nada que sobre en esta nave a la deriva en la que todos viajamos. Esto nos recuerda ciertos mitos como el del hilo de Ariadna, hija del rey Minos, el laberinto de Creta, Teseo y el Minotauro, sin olvidar la fábula de Aracne, fielmente reflejada en el bellísimo cuadro de Velázquez, “Las hilanderas”.

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