Opinión

Luna de miel

Las parejas de ayer y de hoy, una vez que se unen bien a través de un rito o sin él, procuran a ser posible, pasar la luna de miel lejos del mundanal ruido cotidiano. Pero, ¿Qué tiene que ver la luna y la miel con dos seres que se aman? ¿Es precisamente la miel que destila el amor? ¿Es la luz de Selene que ilumina los días felices de sus vidas en un entre paréntesis especial? Recuerdo determinado país en el que se consumía el alcohol a dosis más bien desaconsejables (tal vez para combatir el frío del que “gozaban”), que por la calle había como una especie de máquinas expendedoras de lo que llamaban aguamiel. Algo semejante aunque no tan sofisticado como las de los refrescos de aquí. 

El porcentaje de miel que hubiera en la bebida lo ignoro. Agua, toda. La miel es un alimento y un placer que siempre se ha consumido en el mundo y que ahora, además, sustituye al azúcar por aquello de que este último no es bueno para la salud. Ya veremos por cuánto tiempo. Hay que recordar aquello de la carne de cerdo o los huevos. Ahora resulta que son buenísimos y es recomendable consumirlos. Pero volvamos a la luna que también puede estar cubierta de miel desde el principio de su existencia y desde entonces tal vez se llevaran a cabo, y de incógnito, alunizajes de parejas enamoradas, con lo cual el Apolo XI hubiese llegado con bastante retraso. 

Ya en 1662 se publicó el primer relato satírico novelado, basado en un viaje a la luna y cuyo escritor era Cyrano de Bergerac, que no el Cyrano de Edmond Rostand, personaje aparecido en 1865, coincidiendo en el tiempo con la famosa novela de Julio Verne, que también nos enviaría de la tierra a la luna. 

Pero, queridos lectores, repito, ¿cuál puede ser la relación de los recién casados, nuestro satélite y el panal? Hay varias teorías sobre ello, según las culturas, aunque casi todas ellas coinciden en dar a los novios bebidas con miel durante el ciclo lunar. La dulzura protagonista siempre en la historia: babilónicos, egipcios, romanos… En la época del Renacimiento se consumía el hidromiel, deliciosa mezcla de vino y néctar. Después de todo eso, la explicación que más se puede acercar al significado de la expresión “luna de miel”, es que entonces se creyese que estas bebidas tuviesen una incidencia muy directa sobre las posibilidades procreativas. O sea, la culminación en el embarazo.

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