Opinión

Ratones y flores

Queridos lectores, convendrán conmigo en que tal y como está el mundo, hay que tomarse un respiro de vez en vez, y buscar cosas extraordinarias que nos hagan pensar en el milagro de la vida, en lo que quizá no vemos pero existe. ¿Qué dirían si casualmente se enterasen de que hay ratones que duermen sobre las flores? No se lo creerían ¿verdad? ¿Cómo puede ser tal cosa? ¿Pero si les dijera que el fotógrafo inglés, Miles Herbert, dio con estos minúsculos pero perfectos animalillos, en un campo de tulipanes de Ringwood Hamspshire, y dejó testimonio de tal prodigio en las redes, para que todo el que quiera lo pueda contemplar? Así podrán  comprobar sin ninguna duda, que la realidad siempre supera a toda fantasía. Alguien dijo que no hay nada que imagine el ser humano que ya no exista, que todo está aquí, y solo falta descubrirlo. 

Las imágenes ofrecidas por Miles Herbert son de tal belleza y tan exquisita ternura, que invitan a reconciliarse con la vida, olvidando por un momento el presente y el incierto futuro. No hay cuento de hadas que iguale esas figuras tan reales que despiertan el corazón a la admiración por lo creado. Queridos lectores, cuántas cosas nos quedan por ver y cuántas no veremos, pero que aguardan sin desmayo nuestra mirada. Y si acaso no es posible verlas, siempre queda la mente, la creatividad, la idealidad de todo lo que nos rodea. Piensen en ratoncillos dormidos en los centros de las flores. Según muestra el fotógrafo, cualquier flor por pequeña que sea, sirve para refugiarse en ella. Son auténticas miniaturas. 

Pero seguramente, ustedes ya tengan experiencia sobre estas cosas aunque las imágenes y los panoramas sean diferentes. Un perro, un gato, un pájaro…, les habrán dado motivos suficientes para encontrarse con la magia, con el misterio que al desvelarlo nos evidencia que también somos capaces de entendernos con esos mundos que pueblan la tierra y que casi desconocemos. Cierto que no practican nuestro lenguaje, pero tienen el suyo; que no construyen rascacielos, pero también tienen sus increíbles arquitecturas; que posiblemente no perciban los colores, pero que poseen otras facultades de las que carece el ser pensante, al que ayudan a progresar. La realidad es que los humanos y esos extraños habitantes de espacios compartidos, coinciden en algo básico: que sienten y quieren por igual.

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