Opinión

Reinventarse

Cada día el amanecer perfila una nueva tarea que da comienzo al salir del sueño. Uno, al levantarse de la cama y ponerse en pie, frente al espejo, se da cuenta de que la vida exige reinventarse. Lo de ayer ya no sirve, es el pasado que se refleja en las marcas que deja todo aquello que precedió al presente. Marcas evidentes en la acentuación de las arrugas en la cara, en el pelo desordenado, en los ojos un tanto hinchados, en la laxitud del cuerpo. Entonces hay que reinventarse y empezar la tarea cotidiana una vez más. Hay que entrar en la ducha para echar de sí lo que queda del día anterior. 

Es como purificarse al refrescar y asear la piel un tanto adormecida, revitalizarse de arriba abajo, borrar las huellas que deja el cansancio cotidiano con los afeites y perfumes. Es necesario reinventarse otra vez, para estar en condiciones de comenzar a enfrentarse con la lucha, o seguir con ella. Esa lucha que no cesa, porque el tiempo se encarga de poner nuevos retos. Tarea matutina que supone un renacer para enfrentarse a las horas diurnas que siguen, porque a partir de ahí, habrá que adentrarse en la interrogación brumosa que supone el camino a seguir. Un camino extraño en el que puede suceder lo más imprevisto, en definitiva, lo que determine el azar. Es como un juego del que se desconocen las reglas, pero que hay que jugar obligatoriamente. No queda otra alternativa. La mañana recién estrenada es como una esfinge que se ríe de los humanos, porque propone acertijos a los que ninguno de ellos puede responder. 

Solo después de la jornada cabe dar la respuesta, pero ya llega tarde y no vale el relato de lo sucedido. Y es entonces cuando uno se tiende a descansar, pero sin proponérselo se adentra en ese otro escenario oscuro que es el sueño, en el que danzan a su antojo todas las peculiaridades extrañas que contiene y que no se dominan. Ese es otro escenario nocturno al que concurren todos los elementos, situaciones y acontecimientos vividos, pero con disfraces, cambios, y situaciones anómalas, en una amalgama inconexa confundida con otros elementos de los que se desconocen sus orígenes. Mientras esto sucede en el mundo interior, el mundo exterior gira, y las estrellas cambian su posición. En ese espectáculo no calculado, también es obligado reinventarse, pero involuntariamente. Otro juego más, otra conciencia.

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