Opinión

Solo lo necesario

Todo cambia, me decía una amiga con cierto tono de melancolía. Y me contaba cómo en los tiempos en que ponía su casa, como suele decirse, todo era mirar, elegir… Lámparas, muebles, adornos, cuadros… Lo imprescindible para llegar a ser habitable. Todo iba a ser nuevo, impoluto y precioso. A su gusto en lo que se pudiera. Formó su hogar y la verdad es que le fue muy bien, sin embargo la vida sigue y todo se incrementa. Ahora reflexiona y me dice que la mayoría de las cosas que fue adquiriendo con el tiempo, no le sirven para nada. Individualmente todo apetece, porque lo que se contempla es alimento de los ojos, y por tanto deseo de tener. Y no es nada malo, sino absolutamente natural, porque como más o menos decía alguien que sabía, “una persona es lo que tiene y lo que puede llegar a tener”. Empezando por el nombre, digo yo. Luego están los regalos, lo preciso que se multiplica, los caprichos, si se pueden satisfacer. 

Una casa es un mundo, es una vida que crece. Las necesidades cambian y lo abarcan todo. El interior y el exterior. Hasta las calles cambian su fisonomía, de ello se encargan los arquitectos, los diseñadores y los planificadores de cualquier ciudad. Desaparecen unos estilos y aparecen otros, para tal vez después volver a los primeros. También el físico de las personas cambia. La cara y el cuerpo humano es el mapa de los años vividos y de la calidad que los ha presidido. 

Pero, claro está, a la hora de deshacerse de las cosas, hay un valor mayor que el de la prenda o el objeto en sí mismo. Es el valor sentimental. Es el recuerdo del momento que viene a la memoria, es también saber que, con la prenda o el objeto, desaparece aquel día mágico, aquella ilusión que animó durante un tiempo, y que no se quiere perder. -Las corbatas de papá, ¿por qué no te las llevas? -Sabes que yo no uso corbata. –Entonces ¿Qué hacemos con ellas? –No sé. Déjalas ahí por el momento. -Y ¿qué vamos a hacer con esas figuritas de porcelana? -Son recuerdos de los sitios en que estuvimos. -Pero, realmente ¿para qué las queremos? –No sé. Ahí no molestan, ¿no? – Bueno, lo que quieras. Y ¿qué es lo que se quiere? Todo lo que ha formado parte de la historia de cada uno. Libros, LPs ya antiguos, postales, pitilleras, cómics… Simples recuerdos de otros tiempos y de ausentes que nunca se fueron porque aún perviven en el corazón. 

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