Opinión

Tocar el cielo

Mis queridos lectores, ustedes lo saben. La vida es lucha, y está bien querer tocar el cielo con las manos, pero en mi humilde opinión no hay que poner la vida en ello. También es cierto que de los cobardes nada hay escrito. Bueno, esa es una leyenda inventada por uno que acabó en el intento. Pero la verdad es que la historia está llena de “cobardicas”, al igual que de seres heroicos. Pero esos valores reconocidos, creo yo que no tienen que ver con el éxito pasajero de un personaje de moda. 

Todo este prólogo viene a cuento de que a menudo nos enteramos de que tal persona triunfó profesionalmente de manera absoluta, pero que sin embargo, no fue feliz, ni medio feliz, ni un poquito feliz en su vida privada. Bien es verdad que las penas con pan son menos, pero el dolor es dolor siempre, y la tristeza es tristeza siempre, y eso es algo que no mitiga nada material. El dinero y la fama eventual pueden servir de alivio en alguna ocasión, pero no son un remedio total, como se cree. Lo que pasa es que estas cosas dan lugar a que mucha gente se interese por cualquier detalle de esa vida, detalle que después es manipulado, llevado y traído, y expuesto al público en general, como puede exponerse cualquier artículo en el mercado. Por ello, y aunque no se esté interesado en el asunto, uno se entera de cosas que nada aportan a la propia vida, pero que sin embargo, se convierten en comidilla que aleja las penas personales y preocupaciones de todo tipo, mientras se deglute gratuitamente el alimento ofrecido para solaz de sectores determinados. 

Después, una vez pasada la novedad, los personajes traspasan la línea tras la cual está el olvido, lugar grisáceo en el que se instalan a perpetuidad, salvo excepciones, y desde donde de vez en cuando son desempolvados para servir de anécdotas o referencias que sembraron el camino del mercadeo. Las generaciones se suceden y otras gentes famosas ocupan el lugar de los que fueron. A veces se habla de intromisiones y documentos robados, y otras de ventas de la vida, bien en capítulos o al por mayor. Sea como sea, pienso que lo peor que se puede hacer es poner la vida en almoneda. Los que así lo hacen, abren la puerta para que todo el mundo tenga derecho a opinar. Y esto es grave, porque hay verdaderas penas, que en ese “subasteo”, pueden ser metidas muy injustamente en el mismo saco.

Te puede interesar