Opinión

Tú hoy, y tú mañana

Uno se levanta por la mañana y dice, ¿qué nos depara el día de hoy? Mira el periódico y su deseo es volver a cerrarlo enseguida. Algún amigo o conocido figura en las esquelas. Las noticias de todo tipo son las de ayer, las de hoy, las de mañana. El mundo está completamente loco. Y lo mejor que se puede hacer es ir al trabajo y entregarse a él en cuerpo y alma, porque es lo que distrae de los demás problemas ajenos que tanto afectan a la persona, en el caso de que el propio trabajo no sea uno más. Bueno, se dice, es lo que hay. Terminada la jornada, durante el camino a casa se encuentra con el consabido atasco de tráfico, pero una vez solventado este, los coches siguen su ruta establecida, como un gusano multicolor articulado que avanza raudo sobre el asfalto. Y al fin llega a su destino. Hogar, dulce hogar. 

Con todos los inconvenientes que surgen en el quehacer diario, la casa es el refugio, es el lugar en el que, si no hay nada mayor que lamentar, te acoge y te sientes feliz. Sabemos que la felicidad completa no existe, que es sólo estados de ánimo puntuales, y llegar a casa cuenta como uno de ellos. La casa es el paraíso en el que te puedes sentir libre de presiones. Haces en ella lo que tengas que hacer y lo que quieras. Terminado el tiempo de las obligaciones, empieza el del ocio, el de relax. Un crucigrama, un programa televisivo, una película programada… La casa… Si llueve te acoge, si hace frío te calienta, si estás cansado te reposa, si estás triste te da toda la libertad para poder llorar sin que tengas que contenerte por esto o por lo otro, y si estás alegre, la disfrutas en todo su valor. 

Y, a pesar de las letras que llegan, los varios recibos a pagar, las preocupaciones que te rodean, porque los humanos piensan y saben que vivir es luchar, está la familia. La familia en una casa en paz, es lo más preciado. La familia, en colaboración con quien amas, es tu creación. Es tu hoy y tu mañana. Es lo que dejas. No es un libro, ni un árbol, que también puede ser, pero es más, mucho más. Es tu consecución. Es el testamento de vida para que puedan sucederse nuevas generaciones que perpetúen y mejoren las conciencias de esta especie humana, que día a día, se juega su suerte en una ruleta rusa, posiblemente sin saber, no entender, o no importar, las consecuencias que se derivan de juego tan peligroso.

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