Opinión

Xheng Jiajia y Yingying

No presionen ustedes a nadie en lo que solo a la persona atañe, porque si lo hacen pueden llevarse una sorpresa al ver hasta qué punto puede tomar decisiones extremas. Esto es lo que sucedió en China cuando el bueno de Zheng, soltero por elección, se sintió acosado por parientes y amigos para que tomara esposa. Viéndose entre la espada y la pared, el joven se lió la manta a la cabeza y sin pensarlo dos veces, mayormente para que le dejaran en paz de una vez, él solito creó una novia fetén.

¿Que cómo pudo hacerlo? Bueno, teniendo en cuenta que el muchacho, Zheng Jiajia, que es como se llama, es ingeniero experto en inteligencia artificial, en 2016 fabricó una mujer-robot de 36 años, a la que puso por nombre Yingying, y con la que se casó. Yingying, a través de conexiones con ordenadores y archivos de audio, es capaz de hablar, de reconocer fotografías y objetos. Con el tiempo andará, según su esposo, que está en ello. La ceremonia se celebró por todo lo alto con la asistencia de toda su familia, compañeros de universidad y demás comparsa. La noticia saltó con toda relevancia a los medios de comunicación convencionales y de ella se hicieron eco también las redes sociales, como la web Sina.com. Ahora, al igual que con tantas y tantas cosas como se llevan a cabo hoy día, en este caso existe un vacío legal. Como las nupcias entre humanos y androides no están contempladas en la legislación china, el matrimonio citado no tiene valor legal. Con lo cual, el pobre Zheng, queda compuesto y con novia, pero como si no.

Una ilusión perdida en tierra de nadie y una matraca segura por parte de sus allegados para que se empareje otra vez y forme una familia. Ignoramos cómo se sentían los invitados en la ceremonia teniendo que agasajar, besar y admitir como parte de la familia a un aparato que se supone de metal y plástico, que tampoco se sabe si podría corresponder a las instancias del amor y a la procreación de humanoides pequeñitos. Lo cual, de ser así, ampliaría con mucho la idea general de la multiculturalidad. Y la humanidad contaría con novedades maravillosas de las cuales indudablemente aprendería sobre la robótica perfecta. Estas cosas solo pasan en China. ¿O no? Sea como sea, el afortunado marido aseguró que unirá su vida a la de Yingying hasta que la muerte, o problemas de fallos en los circuitos, los separe.

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