Opinión

Ancianos y caídas

La Organización Mundial de la Salud (OMS) nos revela unos datos ciertamente alarmantes; a nivel mundial, las caídas representan la segunda causa de mortalidad debida a lesiones accidentales. Alrededor de 650.000 personas pierden cada año la vida por este motivo. Por si fuera poco, los mayores de 65 años representan el colectivo que sufre más caídas mortales. A nivel sanitario, más de 37 millones de caídas accidentales alcanzan la suficiente gravedad como para exigir atención médica. Solamente en los Estados Unidos (EEUU), entre el 20 y el 30% de las personas mayores sufren lesiones moderadas o graves, que van desde los hematomas hasta los traumatismos craneoencefálicos, pasando por las temibles fracturas de cadera. 

En España, unos 40.000 pacientes sufren cada año una fractura de cadera: 1 de cada 4 fallecerá durante los 12 meses siguientes. Este porcentaje asciende al 33% en los ancianos de 85 o más años. Los mayores, por su fragilidad motriz, sensorial y cognitiva se encuentran más expuestos ante estos contratiempos y al padecimiento  de sus secuelas. 

Recientemente, un estudio sobre factores de riesgo y prevención de la osteoporosis de la universidad finlandesa de Kuopio ha desvelado que las posibilidades de sufrir una fractura pueden predecirse en las mujeres postmenopáusicas gracias a los antecedentes de sus caídas. Los investigadores fineses analizaron un amplio grupo constituido por 8744 mujeres, con una edad media de 62 años al comienzo del estudio, en 1999. Uno de los interrogantes se refería a los antecedentes de caídas accidentales en los últimos 12 meses: número de percances, causa de los mismos y severidad, concretando si habían necesitado o no asistencia sanitaria. Desde 2004, preguntaron a las mujeres participantes sobre la posibilidad de hacer padecido una fractura durante los 5 años precedentes. Este dato, además, se corroboró consultando los registros médicos y las historias clínicas de las mujeres. Pues bien, 1 de cada 5 reportó una caída durante los 12 meses anteriores. El riesgo de fractura fue un 40% mayor en aquellas que habían tenido una caída anterior, respecto a las que no se habían accidentado. 

Otro dato curioso fue que el mayor riesgo de fractura ocurrió en las mujeres que habían tenido resbalones, frente a las caídas de otro origen. Para finalizar, como mera anécdota particular, las lesiones más importantes que he sufrido en mi vida fueron consecuencia de una aparatosa caída accidental en plena vía pública. Por su puesto, éstas fueron mayores que las provocadas por todos los percances anteriores, incluyendo mis etapas infantil, juvenil y deportiva. No olvidemos que de un traspiés aparentemente sin importancia, pueden derivarse consecuencias catastróficas.

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