Opinión

Aprender a medicina

Sostiene el pasional Aloysius que todos los otoños nos entra la morriña. Hace poco estuvimos de paseo por los pasillos de la Facultad de Medicina, en Santiago de Compostela. Todavía recordamos aquella primera clase de Bioquímica, en la entonces espaciosa aula 8, con el Lehninger a punto de estrenar, oliendo a nuevo. Estos días lluviosos hemos vuelto a preguntarnos cómo será la enseñanza de la Medicina en nuestro futuro más cercano. Según los expertos, la práctica totalidad de los conocimientos estarán fuera de los lugares académicos tradicionales. Hoy ya están la red y la gente está en la red. 
Con esta contundencia se manifiesta Ignacio Hernández Medrano, un joven neurólogo emprendedor que ha fundado dos empresas de Inteligencia Artificial (AI, en sus siglas en inglés). Una de ellas, Savana Médica, es una herramienta que pretende ayudar a que los médicos tomen mejores decisiones en su práctica clínica y que ya está presente en más de 40 hospitales españoles, públicos y privados. En las redes sociales hay quien se refiere a él como el Dr. House español. 

Y es que a pesar de los esfuerzos del profesorado, indudablemente conocedor del cuerpo doctrinal y académico de cada asignatura, los alumnos de Medicina finalizan su estudios con una formación conservadora. Sin embargo, la relación maestro-alumno, que ha demostrado su eficacia a lo largo de la historia, comenzaría en la etapa MIR, cuando los médicos del futuro completan su formación profesional. Pero existe un hándicap que pudiera parecer insalvable: la información crece exponencialmente y el médico cada vez dispone de menos tiempo para procesarla. De ahí la importancia de beber de las fuentes de información más fiables. De ahí también la importancia del soporte de la AI. 

La ciudadanía cada vez reclamará con mayor insistencia que le atiende un médico provisto de una bata blanca, pero que además  disponga de todos los avances técnicos posibles y el refuerzo de los sistemas de información. Cada día, en los centros de salud, el número de consultas telefónicas se va incrementando. Muchos pacientes ya no tienen la necesidad de desplazarse a la consulta de su médico de familia para que le resuelva sus dudas y problemas. ¿Sería tan disparatado pensar que en poco tiempo el teléfono será sustituido por una cámara web? Por si acaso, en algunas universidades están enseñando a los alumnos de Medicina esta manera de atención médica. 

Los sistemas informáticos habrán de evolucionar para que el médico no pierda el tiempo tecleando delante de un ordenador. La historia clínica deberá manejarse con la voz, lo que permitirá recuperar de nuevo la atención al paciente, y no a la máquina. Los aparatos de exploración verterán directamente los datos que recojan en la historia clínica, de la misma manera que las técnicas de imagen, y el facultativo dispondrá de potentes algoritmos capaces de diagnosticar y tratar las enfermedades con una rapidez y una exactitud que hoy parecerían increíbles. 

Y para afrontar todos estos retos, ¿se están formando así los actuales estudiantes de Medicina? ¿Será mejor aprender a auscultar con un fonendo o será preferible saber interpretar los datos que nos proporcione un fonendo inteligente?

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