Opinión

Basura y sanidad

Uno de los temas que cada día preocupa más a la ciudadanía es el deterioro del planeta: al respecto, ¿qué herencia que le vamos a dejar a las generaciones venideras? Frecuentemente encontramos en los medios de comunicación y en las redes sociales menciones al impacto de la contaminación. Se sorprendía el muy cívico Aloysius al enterarse que, en términos generales, la sanidad contamina casi tanto como cura. Según los expertos, es la responsable del 4.4% de la huella climática global, el equivalente a los gases emitidos por 514 centrales eléctricas de carbón. Si fuera un país, sería el 5º más contaminante, detrás de China, EEUU, India y Rusia. Para ilustrarnos, escogemos el ejemplo de las cataratas, operaciones muy comunes en nuestro hospitales. Cada una es capaz de generar 2 kilos de residuos, las tres cuartas partes correspondientes a plásticos. Como a nivel mundial se realizan unos 22 millones de operaciones de cataratas, echen mano de una calculadora y verán la magnitud de tan particular problema. Otros expertos nos han alertado de que la contaminación mundial está implicada en la muerte prematura de unos 7 millones de personas cada año, dos veces más que la malaria, la tuberculosis y el SIDA juntos. 

Si curar a las personas es causa de una mayor contaminación, sin las medidas oportunas estaríamos cayendo en una peligrosa espiral. Más datos: el 70% de las emisiones proceden del transporte y el suministro de medicinas, alimentos, aparatos e instrumental médico, mientras que las emisiones originadas en los propios establecimientos sanitarios serían responsables del 17% de la contaminación global, junto a un  12% adicional relacionado con la electricidad, el vapor, la refrigeración o la calefacción. Aún así, con un 4.5% de emisiones contaminantes, España se sitúa por debajo de la media de la Unión Europea, bastante lejos todavía del 7.6% de los EEUU. Para entender mejor la magnitud de este problema, dicho porcentaje equivaldría a 4 centrales eléctricas de carbón trabajando durante 12 meses, 225048 camiones cisterna de gasolina o 3.6 millones de vehículos circulando al año. Todas las administraciones públicas, conscientes de semejante contratiempo, se esfuerzan en minimizar los efectos contaminantes de las actividades sanitarias. A nivel doméstico, desde hace años funciona el sistema SIGRE, encargado de la recogida de medicamentos en las 21000 farmacias españolas. 

El 70% de la ciudadanía confiesa utilizarlo, lo que permite reciclar o donar unas 5000 toneladas anuales de fármacos, que de otra manera terminarían en cubos de basura y desagües. En los últimos años, los envases de medicamentos han reducido su peso en un 25%, con un 60% de materiales reciclados. Cuestión más complicada representan los centros sanitarios, porque a sus residuos farmacológicos habría que sumar los radioactivos, los quirúrgicos, la maquinaria obsoleta o los desperdicios alimentarios. Pero nadie se queda con los brazos cruzados. En 2012 se puso en marcha la Red Global de Hospitales Verdes y Saludables, un grupo de instituciones encargadas de promover la salud ambiental pública. Por lo tanto, además de sanarnos, es necesario curar también nuestro planeta. Porque la salud nos va en ello.

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