Opinión

Buenos días

La prestigiosa Asociación Estadounidense del Corazón nos propone una serie de  recomendaciones para que cada día de nuestra vida se convierta en una experiencia saludable. Y es que todo empieza durante la noche previa, antes del amanecer. Resulta fundamental la higiene del sueño. Los expertos recomiendan entre 7 y 9 horas. La media de 8 horas de descanso reparador es un estándar muy aceptable para adultos y personas mayores, si bien estas cifras varían según las edades del individuo, desde las 12 horas de los niños de preescolar, pasando por las 10 horas para los escolares de primaria,  hasta las 8.5 – 9.5 de los adolescentes. No descansar lo suficiente podría implicar una desagradable jornada de aturdimiento matutino, sopor después de la comida y carácter malhumorado por el resto del día. 

No hace falta saltar de la cama al despertar, pero tampoco quedarse a remolonear, posponiendo una y otra vez el sonido del despertador. El cerebro funciona mejor siempre que nuestro nivel de activación esté sincronizado con nuestros ritmos biológicos. Existe una marca de café que en su publicidad aboga por un despertar más natural. Dejando a un lado las pretensiones comerciales, es cierto que nuestros sistemas neurológico y endocrino  funcionan según ritmos circadianos (los ciclos de vigilia-sueño), y de la presencia o la ausencia de la luz, así como de la influencia del descanso y del estrés, influye en la secreción de diversas hormonas esenciales para la salud: ACTH, cortisol, renina, FSH, LH, TSH, péptido natriurético, etc, que determinan desde la actividad de nuestro tiroides hasta el incremento del riesgo de padecer un infarto de miocardio, un ictus, hipertensión arterial o un fallo renal. Los expertos recomiendan la planificación de nuestras actividades diarias, incluyendo las necesarias pausas de descanso, dirigidas a recuperar las energías que poco a poco vamos gastando con el transcurrir del tiempo. 

Más que la cantidad de las tareas, pensemos en la calidad de las mismas, en su aprovechamiento y en el tiempo que cada una de ellas necesita realmente que le dediquemos. No es recomendable permanecer todo el día sentado, como tampoco lo es pasarse todo el día corriendo. Pensemos que el dormir es la recarga de nuestras baterías orgánicas. Por ello, se desaconsejan antes de dormir los excitantes como el café y las bebidas energéticas, lo mismo que dedicar un tiempo excesivo a ver la televisión o a consultar dispositivos como teléfonos inteligentes, tabletas y ordenadores.  La presencia nocturna de las luces de estos dispositivos encendidos en la oscuridad de la habitación, resulta molesta e interfiere con el descanso. Aunque no lo necesitan, dejemos reposar a la radio, la televisión y las redes sociales, programemos nuestros teléfonos en modo no molestar y tratemos de asegurar que la alarma de nuestro despertador se activa cada día a la misma hora. Nuestro organismo nos lo agradecerá, el riesgo de complicaciones cardiovasculares disminuirá, y probablemente seamos más amables con nuestro prójimos y nuestro entorno. Desde la Asociación Estadounidense del Corazón nos invitan a probar sus consejos.

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