Opinión

Inflamación microbiana

En estos tiempos de pandemia afloran muchos recuerdos del pasado, asociados a hechos o anécdotas que nos suceden a diario. En plena tribulación, una mujer cantaba en la calle, micrófono en mano y con voz potente, más aún por el efecto del amplificador portátil: "cuando calienta el sol, allá en la playa…" Y entonces suspiramos por una apacible tarde de sol, arena y baños en el mar. 

Hace muchos años, en la Rúa do Páxaro de Ourense, un menesteroso pedía limosna diversificando sus prioridades. En tres  pequeños recipientes de plástico recaudaba para comer, para beber y para las pilas del radiocasete donde atronaban las canciones de Manolo Cabezabolo. Ahora, en plenas elucubraciones epidémicas, quién nos iba a decir que alguna vez llegaríamos a echar de menos a la gripe. 

Muchos médicos mostrábamos nuestra preocupación ante la llegada del invierno y la posible terrible confluencia entre la covid-19 y la gripe estacional. Nos angustiaba imaginar cómo podrían bloquearse los centros de salud y los hospitales con pacientes afectados por ambas infecciones respiratorias. Respecto a la gripe, probablemente la campaña 2020-2021 pasará a la historia como una de las más demandadas, llegando incluso a agotarse las vacunas durante varias jornadas. Tal vez el temor a la covid-19 llevó a que muchas personas decidieran vacunarse este año contra tan temible virus. 

Y la realidad no ha parado de sorprendernos, pues el número de casos de gripe notificados hasta el momento ha sido insignificante. Algo similar ha ocurrido con las bronquiolitis infantiles, un azote para los más pequeños cuando el tiempo empieza a refrescar. Creemos que mucho han tenido que ver el uso generalizado de las mascarillas, el distanciamiento social y la higiene de manos. Ahora toca esperar el  ansiado efecto de la vacunación contra la covid-19, una carrera contra el virus jamás vista en la historia de la Medicina. 

Los expertos conocen y advierten sobre los cambios en las poblaciones virales y bacterianas ocasionados por las vacunas, ya que los nichos microbiológicos también están sometidos a leyes generales de supervivencia del resto de la naturaleza. 

En otras palabras, la extinción de algunas cepas de gérmenes lleva a que su lugar sea ocupado por otros más agresivos y resistentes. El efecto patológico de virus, hongos y bacterias es semejante a lo que ocurre en las bolsas más pujantes del planeta, donde unas empresas cotizan al alta y otras a la baja, en este caso formas de vida sometidas a las leyes de la inflación microbiana y a los daños colaterales que en estas ellas provoca la inmunidad humana, natural o artificial, estimulada por las vacunas. 

Así han desaparecido prácticamente las amenazas de la viruela, la difteria, el sarampión o la polio, que diezmaron secularmente a los humanos más indefensos. Una vez controladas, surgen ahora pujantes nuevas enfermedades infecciosas que pretenden convertirse en el enemigo principal de la humanidad. El SARS-CoV-2 y la covid-19 son ejemplos de amenazas que volverán en el futuro. 

Esperemos que las legiones de enfermos y fallecidos prevalezcan vivos en nuestra memoria, para que nunca olvidemos a ese diminuto enemigo al que llevamos meses combatiendo encarnizadamente. Porque otros vendrán que bueno lo harán. Es ley de vida. Ecología pura y dura.

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