Opinión

La cuenta atrás

Es una constante que se repite cuando se aproxima el final del año. Toca hacer inventario. Nuestro sistema sanitario se tambalea bajo los embates de una pandemia prolongada, aparentemente con sordina, cuando este año los efectos de las enfermedades respiratorias estacionales están siendo madrugadores. Esperando al invierno, los centros de salud y los servicios de urgencias registran una mayor demanda por patologías como gripe, bronquiolitis y otras infecciones respiratorias, incluyendo covid-19. El estamento sanitario anda revuelto, y con razón. 

Hace décadas que algunos llevamos avisando de lo que se nos avecina. A principios de los 80, las facultades de Medicina vomitaban un exceso de licenciados, el fruto de una mala planificación anterior que obligó a muchas universidades, como la de Santiago de Compostela, a establecer un sistema de numerus clausus para estudiar esta carrera. A mediados de la década, la lista de médicos en paro de la provincia de Ourense superaba los 300 aspirantes. Simplemente recordar que los licenciados en Medicina entonces podían incorporarse directamente al mercado laboral, público y privado. Desde 1978 hasta 2005, la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria comprendía un periodo de formación de 3 años. Pero, desde las modificaciones normativas de 1995, en España es obligatorio tener dicha especialidad para ejercer como médico general en el sistema sanitario público. Por lo tanto, actualmente los licenciados en Medicina deben aprobar el examen MIR y completar su formación en Medicina Familiar y Comunitaria durante 4 años. Si no, no hay trabajo. Un dato preocupante: en la pasada convocatoria MIR, alrededor de 200 médicos españoles renunciaron a sus plazas de médicos de familia recién obtenidas, que quedaron vacantes. Nadie las ha cubierto. Una desgracia que no puede permitirse un país que forma excelentes profesionales. A estas circunstancias debe añadirse que durante décadas, las ofertas públicas de empleo, generalmente concurso-oposición, fueron escasas o inexistentes. Muchos médicos de familia del sistema sanitario público trabajamos durante demasiados años sin un vínculo contractual fijo. 

Dicha inestabilidad laboral, unida a una prestigiosa formación profesional, empujó a demasiados compañeros a buscarse la vida allende nuestras fronteras. Por poner dos ejemplos, los gobiernos de Suecia y el Reino Unido hicieron cuentas y vieron que les salía muy rentable acudir a pescar en nuestros caladeros sanitarios. Ante este panorama de inestabilidad, contratos basura, ofertas extranjeras y desesperanza, muchos médicos españoles encontraron su lugar en el sol en el extranjero. Por cuestiones de vecindad y comodidad, en Galicia, algunos hicieron las maletas para marcharse a Portugal, ejerciendo allí de manera temporal, parcial o definitiva. En los próximos 5 años se jubilará un 50% de los médicos y pediatras de atención primaria. Y aunque la feria va por comunidades, ya estamos constatando que no existen suficientes profesionales en los centros de salud, especialmente durante los períodos vacacionales y las sustituciones por enfermedad. Juraría estar escuchando a lo lejos los acordes de “The Final Countdown”, del grupo sueco Europe. Afinemos los oídos.

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