Opinión

Manaos

Aorillas del caudaloso río Negro, en el noroeste de Brasil, Manaos es la capital de las vastas extensiones que se extienden por el estado de Amazonas. Manaos es también el título de una película de 1978 de Alberto Vázquez Figueroa, basada en su novela homónima y protagonizada por la fiebre del caucho, durante el siglo XIX. 

Ahora, una fiebre bien distinta también se propaga por aquellos territorios, hasta el punto de hacer saltar todas las alarmas sanitarias. En Manaos, los médicos siguen angustiados por la virulencia de la covid-19. Recientemente, un nutrido grupo de expertos brasileños pubicó en la prestigiosa revista Science los resultados de su trabajo colectivo. 

Nos ha llamado poderosamente la atención que, incluso con el 76% de la población infectada, no se haya conseguido todavía en Manaos la inmunidad colectiva. Contrariamente a lo que algunos políticos populistas proclamaron al inicio de esta pandemia, los partidarios de la rápida diseminación comunitaria de la infección para conseguir, cruelmente, la tan ansiada inmunidad de rebaño, dicha condición puede no alcanzarse incluso con altos niveles de infección comunitaria, con unos costes sanitarios totalmente inaceptables, traducidos en un elevado número de hospitalizaciones, enfermos en cuidados intensivos y prójimos en los cementerios. 

Manaos cuenta con una población mayoritariamente joven, con un riesgo de mortalidad teóricamente inferior al de otras más envejecidas. El estudio brasileño estimó la tasa de letalidad entre el 0.17% y el 0.28%. Sin embargo, los datos oficiales registraron en Manaos tasas de mortalidad muy superiores, en comparación con otras localizaciones, como el Reino Unido, Francia y Estados Unidos, aproximadamente la mitad que en el estado amazónico, y mil veces mayores que las de Australia, Nueva Zelanda o Taiwán, por ejemplo. Pero si algo hemos aprendido en estos últimos meses sobre el comportamiento del coronavirus SARS-Cov-2 es su enorme variabilidad. 

En esta pandemia, como en las epidemias que azotaron a la humanidad anteriormente, debemos considerar el efecto del distanciamiento social, voluntario u obligatorio, el uso generalizado de mascarillas, con diferentes niveles de protección según su estructura y fabricación, y las restricciones de la movilidad poblacional. Tal vez la primera infección no ocasione la inmunidad permanente deseada, aunque los datos de reinfecciones todavía siguen siendo estudiados. Si la inmunidad disminuye con el tiempo, los anteriormente expuestos podrán volver a infectarse. En este caso, la vacunación generalizada va a proporcionar valiosos datos sobre la inmunidad, aún por conocer. Y mientras todo esto se dirime, la sangría de vidas humanas continúa, no solo en Manaos, sino en todo nuestro planeta. Toca cuidarnos. Todavía.

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