Opinión

Mientras pueda ver la luz

Así se titula una hermosa balada popularizada en los años 70 por la banda de rock estadounidense Creedence Clearwater Revival, CCR para los amigos, un himno que ensalza el retorno hacia la luz del hogar. Y precisamente reclamamos una mayor iluminación en esta ceremonia de la confusión desatada por la campaña de vacunación contra la covid-19. 

Quién nos lo iba a decir hace apenas un año, cuando sobrecogidos vivíamos confinados en nuestros domicilios, cuando la vacunación contra el SARS-CoV-2 era una utopía. Desde esta misma sección, comentábamos recientemente la relación entre la vacuna de AstraZeneca con un inusual síndrome de trombocitopenia inmunitaria protrombótica llamado VIPIT por los especialistas. Desde entonces, el Comité de Seguridad de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) se ha pronunciado al respecto, confirmando una posible relación entre dicha vacuna y la rara enfermedad, recomendando que su ficha técnica recoja específicamente esta eventualidad dentro de su apartado de efectos secundarios muy raros, y por supuesto, que se completen todos los estudios necesarios para certificar este vínculo.

Según informaciones al respecto, este trastorno inmunitario, donde la persona vacunada genera anticuerpos frente a un factor plaquetario específico, tiene una frecuencia de 1 caso por cada 300.000 vacunados. La propia EMA y los expertos internacionales, como por ejemplo nuestro ourensano doctor Federico Martinón-Torres, asesor del Comité de Vacunas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), continúan recomendando la vacunación con AstraZeneca, pues los beneficios de la misma superan sobradamente sus complicaciones. 

Al hilo de esta cuestión, se han revisado ciertos efectos secundarios semejantes al VIPIT, provocados por las heparinas, medicamentos de uso habitual en la clínica. Hace más de una década, la Revista Española de Cardiología revelaba en un artículo firmado por especialistas de la Facultad de Medicina de Harvard y del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, que aproximadamente 1 de cada 100 pacientes tratados con heparinas no fraccionadas durante al menos 5 días podía desarrollar un síndrome de trombocitopenia asociada a trombosis de tipo autoinmune. A pesar de todo, y debido a su demostrada utilidad terapéutica, dichos medicamentos se han seguido utilizando. Y los mismos expertos alertaban que casi un 60% de los pacientes ingresados en unidades de críticos (UCI) podían presentar una trombocitopenia (déficit de plaquetas) no inducida por la heparina. 

Considerando lo hasta ahora expuesto, en aras de evitar la confusión y la desinformación entre la ciudadanía, y con las evidencias científicas disponibles en la actualidad, la vacunación con AstraZeneca debería continuar. No parece muy recomendable dejar sin una segunda dosis a más de un millón de españoles.

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