Opinión

Música y salud

Estas opiniones son estrictamente personales. Si bien recogen los resultados de algunas publicaciones científicas, no pretenden ir mucho más allá de unas meras recomendaciones para que, aquellos que lo deseen, enriquezcan su vida cotidiana escuchando música, incluso reggaeton, que particularmente no me gusta. Porque de lo que se trata es de provocar emociones positivas que sean buenas para la salud. Comencemos con la música clásica. Hace unos años, Irma Järvelä, de la Universidad de Helsinki, dirigió un estudio donde observó que toda la música, especialmente la clásica, producía importantes cambios en el cerebro humano. Para ello analizaron su relación con los principios moleculares causantes de las modificaciones en la corteza cerebral. 

Estos investigadores finlandeses se atrevieron a afirmar que la música clásica mejoraba la actividad de los genes implicados en la secreción de dopamina, un neurotransmisor implicado en el aprendizaje y la memoria. De esta manera corroboraron anteriores teorías sobre el valor de la musicoterapia en el tratamiento de algunas enfermedades mentales. ¿Cómo lo hicieron? Compararon dos grupos de personas: unas acostumbradas a escuchar música clásica y otras que no solían hacerlo. Posteriormente todos escucharon el Concierto Nº3 para violín en G-mayor de Mozart. Al medir los perfiles genéticos transcriptores en la sangre de los participante en este ensayo, después de escuchar el concierto mozartiano, demostraron cambios en las personas aficionadas a la música clásica, hecho que no ocurrió en los prójimos no habituados a la misma. Por su parte, el psicólogo David M. Greenberg, de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) entiende que la música es una buena manera para levantarnos el ánimo, sobre todo a primera hora de la mañana, para obtener energía positiva y capacitarnos para afrontar el resto de la jornada. En la estupenda película de All That Jazz (1979) de Bob Fosse, el protagonista comenzaba su rutina matutina escuchando los acordes del movimiento “Presto” del Concierto en sol mayor RV 151, también conocido como “Concerto alla rustica”, del inmortal Antonio Vivaldi. Justo es decir que este atribulado personaje llevaba una vida muy poco recomendable, donde los excesos con el tabaco y el alcohol, el estrés profesional, la promiscuidad sexual, las anfetaminas y los antiácidos resultaban intrínsecos a su existencia. 

Sostiene Aloysius que la música amansa a las fieras. Y a los humanos también. Para David Greenberg, la música no solamente entretiene, sino que se adentra en nuestra psique y en nuestro cerebro. En otro estudio, el equipo de Viren Swami, de la Anglia Ruskin University, en Cambridge (Reino Unido) señalaba que los oyentes de heavy metal poseían una mente más abierta hacia nuevas experiencias, una actitud más crítica hacia la autoridad y una mayor necesidad de singularidad, si bien mostraban además una mayor autoestima. 

Por último, el director de Oncología Médica del Hospital Universitario Virgen de las Nieves, de Granada, ha destacado el efecto positivo de la música, en este caso el jazz, en pacientes subsidiarios de tratamientos oncológicos de larga duración. Ya saben: prueben a escuchar música. Serán más felices. Y sanos.

Te puede interesar