Opinión

Veremos cosas

Y tú: ¿qué quieres ser de mayor? ¡Diseñador de órganos, mamá! ¿Qué habrá sido de aquellas cándidas anticuadas respuestas, las de los años infantiles de neblinoso recuerdo, cuando los chicos querían ser bomberos, médicos o futbolistas, y las chicas enfermeras, azafatas o afamadas actrices, sueños de porvenir tan rancios, con olor a bolitas de alcanfor, tan sexistas, tan ingenuos. ¿Qué fue de los que queríamos ser astronautas? Pudiera parecer, por instantes, que la velocidad de rotación de la Tierra se acelera progresivamente, que los días pierden horas y las horas minutos, que nuestra sociedad, confusa, se retuerce indigesta ante el hartazgo científico y tecnológico de ese futuro que parece extinguir el presente con la máxima celeridad, incapaz de procesar lo que se nos viene encima ni de suturar la brecha que cada vez nos irá separando más y más como seres humanos. Y sin embargo, cuántas fascinantes sorpresas nos esperan. Lástima de disponer tan solo de una existencia para vivirlas. Porque el diseñador de órganos, aprendiz de brujo, no es un producto de nuestra imaginación, sino más bien una realidad fehaciente. A finales del 2016, el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) hacía pública una de sus creaciones más fantásticas, complejos y diminutos túbulos capaces de albergar a las células que facultarían su funcionamiento como auténticos riñones. Y para fabricar el soporte del tejido renal natural emplearon impresoras 3D. ¿Se imaginan que estos tejidos obtenidos mediante bioimpresión consigan igualar las funciones de filtración de nuestros riñones sanos? ¡Adiós máquinas y unidades de diálisis! Y tú, ¿qué quieres ser de mayor? ¡Ingeniera técnica especialista en impresoras 3D, mamá!

El MIT, probablemente la mejor universidad del mundo, y también la más inaccesible, acepta solamente el 9% de las solicitudes de sus aspirantes. Su historial cuenta con 76 premios Nobel. A principios del año pasado, sus expertos andaban enredando con lo que ahora conocemos como lenguajes de bioprogramación. Le pongo un ejemplo al atribulado Aloysius, para simplificarle las cosas: ¿te imaginas que alguien pudiera enviarle instrucciones a una célula o a una bacteria concreta? Ya se está trabajando con cultivos bacterianos para que fabriquen fármacos anticancerígenos y con levaduras capaces de deshacerse de los productos tóxicos de un órgano o de un tejido. Y tú, ¿qué quieres ser de mayor? ¡Bioprogramadora , mamá!

Al finalizar estas líneas, pienso ponerme a repasar las lecciones de ingeniería genética, ciberbiología, robótica y realidad virtual presentes en “Blade Runner” (Ridley Scott, 1982) y su secuela “Blade Runner 2049” (Denis Villeneuve, 2017) Tal vez hoy consiga soñar con ovejas eléctricas o con bellísimas replicantes Nexus 6, o con seductores hologramas de 6 metros de estatura, mientras una madre, en un futuro tan cercano, mientras amamanta a su retoño se pregunta: y tu, pequeñito, ¿qué serás de mayor? Espero y deseo que una buena persona, porque estoy convencido que verá cosas que nosotros no nos creeríamos. 

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