Opinión

El artículo 315.3

Por encima de todo y contra todo, rey de un reino que no es de este mundo, el endiosado Pedro Sánchez aún ni se ha percatado de que no es más que un títere en manos de Pablo Iglesias, quien entonando cual Cyrano su cansina retórica, maneja los hilos del presidente, tejiendo nudos, estrangulándolo, y arrastrando consigo al PSOE que no alcanza a hacer pie bajo el agua. Porque lo que desgasta no es el poder sino la oposición y, malmetiendo en la sombra, Iglesias chulea al Ejecutivo, segando la hierba bajo sus pies, mientras Podemos se mantiene incólume, allanando su camino hacia el Hemiciclo.

Para ello carga con una batería populista de dádivas -que no deja de ser una declaración de buenas intenciones al carecer de los 176 escaños imprescindibles para ello-, como subir las pensiones un 3% y el subsidio para desempleados mayores de 52 años. El incremento del 1% al impuesto de patrimonio para fortunas mayores a 10 millones, y la estrella del programa: subir el salario mínimo interprofesional a 900 euros, omitiendo la cantidad de autónomos que, no pudiendo asumir ese salario, mandará al paro a sus trabajadores. Y todo ello sin proponer ninguna solución para reintegrar a los mayores de 52 en el mercado laboral, garantizar un fondo de pensiones, ni incrementar la economía circular para recaudar más impuestos bajando la carga impositiva a los ciudadanos.

Obsérvese bien y que nadie se engañe. El 80% de los impuestos se invierten en amortizar la deuda soberana y en sostener la máquina de la Administración. Sólo el 20% restante se invierte en la ciudadanía. Por lo tanto, eche cuentas igual el avisado que el despistado: si un gobierno o aspirante “promete” una mejora económica de 200 euros por barba, le va a gravar con 800 euros de impuestos para poder abonarlo.

El engañoso negocio de recaudar a los ricos para repartirlo entre los pobres es la falacia más recurrida para el inmovilista que busca extender y generalizar la pobreza. Si se le sacan 10 euros a un millón de pobres, resultan 10.000.000 euros. Si al contrario se recaudan 1.000 euros por cada mil pudientes, el saldo no va más allá de un millón. Y eso pese a que, como bien se puede apreciar, el que más gana más tributa, algo que se constata en la ratio de la Agencia Tributaria al establecer que en España siempre ha pagado más quien más gana, a excepción de oportunistas como Pablo Iglesias a quien sólo le retienen un 5% frente a esos ciudadanos a los que camela pero se les retiene el 20%.

Pero lo realmente llamativo de este binomio Pedro-Pablo es que, puesto a proponer en la nube políticas sociales, no gastan ni una gota de saliva en garantizar la vivienda para los colectivos en riesgo de exclusión, derogar el copago farmacéutico -al menos en el caso de las pensiones más vulnerables-, ni nacionalizar servicios de primera necesidad como el agua de consumo y la sanitaria, así como la calefacción, para ser de acceso gratuito, privadas a muchos ciudadanos y familias enteras obligadas a hacer números, no ya para llegar a fin de mes, sino sólo a la mitad.

Aunque lo alarmante es la propuesta de eliminar el artículo 315.3 del Código penal, que establece penas de prisión para quien mediante engaño o abuso de situación de necesidad, impida o limite el ejercicio de la libertad sindical o el derecho de huelga. Cabe recordar que se aprobó como consecuencia del camionero quemado vivo por un piquete “informativo” en la cabina de su camión durante una huelga. Para quien lea entre líneas queda claro que, por encima de cualquier política social, lo que se busca es legitimar e instrumentalizar la violencia como método de coacción para que una minoría anticapitalista, ignorando la voluntad de las urnas, pueda derribar el Estado de Derecho. De ahí el choque frontal de Iglesias contra la monarquía. Porque mientras con un cambalache de escaños incita a Sánchez a que, desde el limbo de la desidia desde la moción de censura, Moncloa enfrente a los españoles, Zarzuela une y hasta lo defiende de sus propias payasadas, recordando que de momento, la mayor garantía de convivencia pacífica es Felipe VI.

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