Opinión

La explicación sin dramas

China es un país de cultura milenaria, siempre fascinante por su exotismo. Pero, al margen de sus avatares históricos, existen cuatro cuestiones que la determinan. Primero su atavismo, ya que como pueblo se mantiene pegado a sus tradiciones. Tal es así que, al igual que en España hace un siglo, los chinos conviven con animales, tanto de cría como de compañía. Dos. Por su extensión territorial, el gigante asiático goza de diferentes microclimas, lo que propicia la mayor diversidad biológica, facilitando que prospere todo tipo de especies. Tres. Superpoblación. China es uno de las naciones más pobladas de la tierra, con alrededor de 1.500 millones de habitantes, Y cuatro, China es lugar de paso inevitable en la migración de muchos animales, especialmente aves.

Por otro lado, el coronavirus -del que se conocen 39 especies-, que está detrás de muchos de los catarros comunes que tenemos, es una familia de virus conocido del que hay muchas variantes presentes en animales. La proximidad habitacional que los chinos mantienen con los animales suponen el riesgo de que, en contadas ocasiones, se produzca una transferencia al ser humano.

La primera epidemia que causó alarma se produjo hace dos décadas, cuando se transfirió al hombre de la civeta, un mamífero muy común en China como mascota.. Esta infección inicial produjo la variante conocida por SARS, por sus siglas en inglés, Síndrome Respiratorio Agudo Grave, una variedad delicada de neumonía. Este virus persistió hasta desaparecer luego de diez años. Su particularidad fue su índice de mortalidad, en torno al 10%. En su día, el tratamiento se vio obstaculizado por la opacidad mostrada por Pekín, pese a conseguir finalmente su erradicación.

Más próximo en el tiempo surgió otro coronavirus, el también desaparecido MERS, (Síndrome Respiratorio de Oriente Medio), más grave aún que el SARS, en esta ocasión transmitido por el camello al hombre. Mortal hasta en un 30%, apenas se reportaron 800 casos en el mundo en todos estos años. El que ahora nos ocupa es muy parecido a estos dos, más concretamente al SARS, aunque las autoridades mundiales están siempre a la expectativa de que nuevos virus puedan emerger. Por eso no sólo vigilan al coronavirus sino que lo tienen monitorizado a lo largo del planeta, por lo que se desarrollan todos los protocolos previstos a partir de lo sucedido con el SARS y MERS. Sin embargo, en esta ocasión China se ha mostrado colaboradora y transparente con las autoridades sanitarias mundiales para ayudar a atajarlo. 

La situación en este momento es que hay unos miles de infectados confirmados a nivel internacional, y unos cientos fallecidos. Pero, sin banalizar la situación, el año pasado murieron de gripe común 6.500 españoles por complicaciones secundarias. Por otro lado, la actual variante del coronavirus no es tan peligrosa como SARS o MERS con la información de la que se dispone, y hay muchos expertos involucrados que conocen su abordaje, aunque sea exigencia toda cautela. 

La OMS ha declarado una Emergencia por pandemia, que se reduce a la puesta en marcha de una serie de protocolos de colaboración internacional, no por lo que sucede en China y Occidente, sino en previsión de otros países con sistemas sanitarios más endebles. El uso del lenguaje es muchas veces perturbador, de manera que se magnifica el concepto pandemia cuando simplemente refleja extensión territorial. Así, la Malaria es endémica porque sólo se da en el trópico, mientras el catarro es pandémico al darse en cualquier parte del mundo.

El Coronavirus causa problemas respiratorios análogos a una gripe intensa, y la alerta mundial busca erradicarlo cuanto antes, evitando al mínimo su prolongación. Y esto es lo que hay que entender. Se trata de acatar las medidas decretadas por el Gobierno para garantizar la salud individual y colectiva de todos los españoles. Por eso, en aras del interés y beneficio general, la mejor muestra de solidaridad es obedecer y colaborar con las autoridades sanitarias. Porque, lejos de ideologías o partidismos, juntos somos más y hacemos país.

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