Merece la pena detenerse un momento y clarificar una serie de cuestiones respecto al debate sobre los aeropuertos en Galicia. Se trata éste de un tema recurrente que, lejos de solucionarse, se vuelve (intencionadamente o no) más confuso.
En primer lugar, lo que llama la atención es que cualquier argumento se reduce a una cuestión localista. Y casi mejor así, porque cuando lo que se aducen son argumentos económicos sólo se introducen complicaciones en el debate. Además, en muchas ocasiones, los razonamientos suenan a rancios o, cuando menos, de otra época. Así, por ejemplo, se sigue hablando como si no hubiesen irrumpido las subvencionadas compañías de bajo coste, como si las necesidades de transporte fuesen las mismas y, sobre todo, sin tener en cuenta la transitoriedad actual hasta la ¿previsible? llegada del AVE.
La frase más escuchada es que no tiene lógica económica que en Galicia existan tres aeropuertos. Hasta ahí podríamos estar de acuerdo, si bien sería interesante echar un vistazo a esas cuentas con los parámetros actuales. A partir de esta afirmación es donde surgen propuestas en aras de una lógica económica que daría mucho que discutir. La más recurrida son los anhelos centralistas de un único aeropuerto. Esto es fácilmente rebatible, sustentando el hecho de que puede que tres aeropuertos no sean rentables en nuestra Comunidad, pero, ¿por qué no dos? ... Sería cuestión de hacer cálculos ya que por ubicación geográfica su emplazamiento se vislumbra lógico.
No obstante, este razonamiento puede ser manejado de otro modo totalmente distinto. Y me explico: si lo que se esgrime son razones de eficiencia económica, la cuestión surge en por qué no centralizar todos los esfuerzos en un gran aeropuerto (de verdadera escala internacional) y que ya está funcionando como es el de Oporto. Sólo faltaría vertebrar su conexión viaria lo cual no supondría un gran coste económico. Por tanto, mucha cautela cuando nuestros políticos nos hablen de estas cuestiones.
