Opinión

Expectativas y crisis

Ni los más pesimistas podrían haber previsto que aquellas turbulencias que empezaron hace un par de años en los Estados Unidos, consecuencia del estallido de la burbuja de las hipotecas ‘basura’, se llegarían a convertir en una crisis económica y global con alcance a todos los sectores. Pero sí, esa actuación codiciosa de los grandes bancos de inversión americanos ha provocado un terremoto financiero que ha removido las entrañas del entramado económico en el que se encuadran las economías desarrolladas occidentales.


El alcance de esta crisis es tal, que muchos ya hablan de una dimensión mayor a la del año 1929. No obstante, la diferencia es que, en los momentos actuales, se cuenta con una experiencia que no había entonces y que debería haber servido para extraer conclusiones.


En todo periodo crítico existen dos aspectos que deben ser considerados conjuntamente: por un lado, los indicadores económicos objetivos y, por otro, las expectativas. Así, mientras que el primero está formado por los datos e información cuantitativa que sirve de base para la toma de decisiones, es decir, variables reales y constatables; el segundo lo configuran componentes de carácter subjetivo y, por ello, de dificil comprobación que, sin embargo, ejercen también un papel determinante en las decisiones presentes que condicionan el futuro.


Este segundo aspecto, las expectativas, ha jugado un papel fundamental en el devenir de los acontecimientos recientes y, de hecho, determinadas actuaciones (tanto públicas como privadas) sólo se explican por motivos relacionados con estos componentes subjetivos de expectativas muy negativas (aunque, en muchas ocasiones, otros indicadores mostrasen lo contrario). Así pues, resulta imprescindible que las medidas y respuestas que se pretendan dar para la crisis actual incluyan las relativas a la mejora de estas expectativas.


Cualquier intento en sentido contrario está abocado al fracaso.


Te puede interesar