Resulta evidente que la dinámica social y económica de un territorio hace que la organización político-administrativa en los municipios se quede desfasada. Es el caso de nuestros concellos, donde las fronteras institucionales se ven superadas por el día a día de sus ciudadanos. No es extraño encontrar personas que residen en un ayuntamiento, trabajan en otro y necesitan servicios de un tercero. Surgen problemas que deben ser solucionados.
Este fenómeno no es nuevo y, de hecho, existen iniciativas internacionales y nacionales que han tratado de darles respuesta bajo una premisa común: la agrupación (más o menos formal) de distintos municipios. Tampoco Galicia ha sido ajena, si bien las experiencias no han resultado satisfactorias: áreas metropolitanas, mancomunidades o, incluso, las existentes comarcas.
No obstante, lo que podemos calificar como fracasos hasta la fecha no es óbice para considerarlo como una imperiosa necesidad. Así, pensando en Ourense, un buen ejemplo puede ser lo ocurrido con la línea municipal de autobuses que iban hacia A Valenzá, y, en concreto, a su centro comercial. El resultado es de todos conocido y finalmente quien salió perdiendo fue la ciudadanía.
Por tanto, es momento de planificar el desarrollo ourensano más allá del término municipal. Concretamente, tomando como área de influencia la comarca de Ourense, ello supondría hablar de casi 150.000 habitantes frente a los 100.000 del concello o, en número de empresas, no superar las 10.000 frente a ser más de 12.000. A todas luces, la diferencia es notable.
Este es el desafío al que hay que responder y, sin duda, el planteamiento de un área metropolitana sería un avance.
(*) Profesor de Empresariales.
