Opinión

Ojo al dato

Que tendrá esto de la economía que una de las grandes amenazas existentes hasta hace poco, la inflación, resulta que se ha desvanecido. ¿Se estaba exagerando antes? ¿Ha desaparecido la crisis? Las cosas no son tan sencillas como aparentan y nos movemos en un campo tan delicado que lo que pueden parecer buenas noticias, en el fondo traen consigo cuestiones a seguir muy de cerca.


En concreto y como resumen, la tregua dada por la inflación está motivada por dos razones que vienen a poner de manifiesto la situación delicada a la que nos enfrentamos. La primera de ellas es el notable descenso de los precios del petróleo, que sigue demostrando la altísima dependencia energética de nuestro sistema económico. Esto no es nada nuevo pero llama la atención que, lejos de intentar solucionarlo, sólo se observen al respecto extraños movimientos empresariales y políticos de los que el caso Repsol y su conexión rusa es buena muestra.


La segunda razón, con un componente más coyuntural, es si cabe todavía más grave. El descenso generalizado de los precios (sobre todo en algunos sectores) está causado por una caída del consumo consecuencia de los problemas de liquidez de familias y empresas. Esta circunstancia de ahogamiento financiero afecta más a determinados bienes y servicios, aquéllos con más dependencia del nivel de renta, pero se constata como algo cuya previsión es de seguir empeorando. Así pues, si no hay consumo la lógica del mercado impedirá que los precios suban y, por tanto, la inflación aparecerá controlada.


No obstante, si estos son los motivos que hacen que la inflación se contenga, no se trata en absoluto de una buena noticia. Así de complicado es el funcionamiento de la economía y el manejo de sus datos.



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