Opinión

Morbo informativo, ¿se promueve o se demanda?

El seguimiento informativo del caso Julen me ha hecho reflexionar: ¿dónde está el límite que no debería rebasar un periodista? “Está en la intimidad de las personas, en el respeto”, me comenta una compañera de profesión. “Los contenidos tienen que ser para todos los gustos, como cuando vas a un restaurante”, leo a un usuario de Twitter. Las redes sociales se han llenado de alabanzas a los cientos de profesionales que participaron en el rescate del pequeño Julen. Pero en todas las historias de héroes que se precien tiene que haber villanos y, ¿adivinan quien ostenta el papel?: “¡Carroñeros!”, “¡sólo buscáis hacer caja de las desgracias!”... Efectivamente, la prensa. 

Hace tres años me tocó cubrir el accidente de tren de O Porriño. Lo primero que tuve que hacer al llegar al lugar del siniestro fue tratar de conseguir un vídeo de los instantes posteriores al descarrilamiento. No fue fácil para mí pedir aquello, pero sabía que poco antes muchos curiosos habían estado retratando con sus propios móviles la tragedia. “Como comprenderás, no estamos pensando en eso”, me espetó uno. Finalmente me hicieron llegar el vídeo, el que aquel día abrió los informativos. Y yo me pregunto, ¿por qué es menos ético para algunas voces que sea un medio de comunicación quien difunda las imágenes de un siniestro, a que se haga viral por Whatsapp? ¿Por qué está peor visto que sean los periodistas quienes hablen todo el día de la desgracia de Totalán, a que sea tema de cabecera en bares, mesas de reunión o grupos de móviles? Me dirán si fue antes el huevo o la gallina y ahí está el quid del debate. 

Hay cuestiones de fondo que habría que analizar y que, en mi opinión, estarían relacionadas con aspectos culturales de este país. El morbo engancha pero, tal como hemos visto, la solidaridad también. Quizás haya sido esa necesidad de querer sufrir como país la que nos haya mantenido pegados a los medios de comunicación. Y eso no creo que no sea ético. Generar debate está bien, analizar un tratamiento informativo está bien, pero matar al mensajero no nos va a hacer mejores o peores personas.

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