Opinión

Convivencia y rectificación

El rey Felipe VI tampoco lo tiene fácil, pero da la impresión de que se ha percatado de que tenía que corregir algunos de sus errores, fundamentalmente el del 3 de octubre de 2017 en su famoso discurso. Ya sabemos que teóricamente el rey tiene que someter sus discursos al beneplácito del Gobierno y tal vez se equivocó al plegarse demasiado a los criterios de Rajoy. Ahora es evidente que se ha mostrado, en su alocución de Nochebuena, más cercano a los criterios de Pedro Sánchez, mucho más templados que los del anterior Ejecutivo, sobre todo en las actitudes ante ese problema español número uno que es Cataluña en relación con el independentismo.

Seguro que el PP se ha quedado con las ganas de criticar duramente el rey, por la filosofía de su último discurso de Navidad, precisamente por lo que ha señalado Pablo Iglesias sobre la marcha atrás en los contenidos de la alocución del 3 de octubre. Es un campo plagado de sutilezas, pero queda claro que el líder de Podemos esta vez ha elogiado, aunque sea discretamente, a su majestad. Eso demuestra que a Iglesias le ha gustado lo que considera una rectificación del monarca en toda regla. Sin ponernos exagerados, yo también participo de esa opinión.

¿Se ha equivocado también esta vez el rey? Pienso que no, aunque puede haber rozado el peligro al insistir tanto en la necesidad de que los españoles aseguremos en todo momento nuestra convivencia. Y quiero pensar que a una mayoría de compatriotas les ha gustado más el Felipe VI de la otra noche que el del famoso 3 de octubre. Además, estoy seguro de que él mismo está mucho más cerca de los criterios ahora expresados que de los que nos sorprendieron hace quince meses. El líder de Podemos se alegra de la rectificación y creo que todos los españoles debemos estar de acuerdo en esa postura.
No hay que ser ni monárquicos ni republicanos para compartir este criterio. El joven monarca, que querrá serlo de todos los españoles, comprenderá que no hay España sin Cataluña y que lo mejor para todos es ese fomento de la convivencia en que tanto insistió el día de Nochebuena. Y el frente independentista, sea cual sea su pensamiento, tiene que percatarse de que no hay otra salida para este país. Con el Gobierno anterior del PP no era posible albergar esperanzas. Con el de Sánchez el asunto es más posible y llevadero.

Bien mirado, ahora es al independentismo, al Govern y al propio Quim Torra a quienes corresponde rectificar sus posiciones maximalistas, porque además no creo que sea tan difícil entender que insistir en sus posiciones y en sus caminos no conduce a ninguna parte. Como a ninguna parte conduce esa actitud de la derecha española y sus líderes en lo referido al problema de la territorialidad, concentrado sobre todo en Cataluña. No creo que sea tan difícil entender lo que digo sobre la inexistencia de una solución por las vías del maximalismo de uno u otro signo.

No es preciso derrochar inteligencia para comprender el contenido esencial del problema. Quiero pensar que la rectificación de don Felipe constituye un acierto que debe valorarse como se merece. Convivencia es la palabra y la fórmula que tenemos que situar todos, con inteligencia y generosidad, en el centro mismo de nuestro mayor problema. Separatismo y separadorismo son ideas y fórmulas inservibles para la España del siglo XXI. Pero es que no podemos perder ni un solo día más, porque ya hemos perdido años. Hay riesgos que no podemos correr. Y este es el primero y principal.

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