Opinión

ACCIDENTES LABORALES

Recuerdo alguno de los accidentes cuando yo trabajaba en Renfe, en el Servicio Sanitario como practicante. Teníamos que rellenar un formulario para describir como se había producido el accidente. Una de las preguntas era: '¿Qué medidas se han adoptado para prevenir accidentes similares?'.


El accidente al que me refiero se lo había producido un carpintero con un martillo en una mano. Y la única respuesta que se me ocurrió a las medidas que debían adoptarse para prevenir accidentes similares fue que, de aquí en adelante, sujetar el martillo con las dos manos.


La respuesta se aceptó sin objeciones.


Otro accidente que recuerdo fue el de un obrero que había sufrido un fuerte golpe en un codo. Solía tratar este tipo de accidentes con acupuntura; le coloqué tres agujas en el codo y el dolor desapareció.


Sin embargo, el lesionado me llamó por teléfono por la noche, mientras dormía, y me dijo:


-¡El codo me está matando!


-No te preocupes -le dije-, ponte dos tachuelas y mañana nos vemos en la enfermería.


En una reunión de personal sanitario de Renfe, en León, al finalizar, un colega me animó para que me quedase hasta el día siguiente. Envié un telegrama a mi mujer diciéndole que no llegaría hasta el día siguiente, ya que había perdido el último tren para Ourense. A continuación me dediqué a divertirme de lo lindo aquella noche.


Al día siguiente, mi mujer me recibió cono gran frialdad.


-¡Cómo! ¿No recibiste mi telegrama? -le pregunté.


-¡Tu aviso de que habías perdido el último tren, el que sale de León a las nueve -respondió mi mujer- me llegó a las siete!

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