Opinión

Acuerdo "histórico"

Un Pedro Sánchez que sacaba pecho, calificaba de “histórico” el  acuerdo  al que había llegado con el Reino Unido sobre Gibraltar. Va a ser que no. Como también van a ser que no los “tres blindajes” que anunció. 

Fue de la máxima relevancia que el gobierno anterior pactara con la UE que España tendría  capacidad de vetar cualquier acuerdo que llegara Bruselas con el Reino Unido respecto al futuro de Gibraltar, lo que ha desaparecido del acuerdo actual; y los tres “blindajes”  son cartas, documentos internos  sin valor jurídico. La prueba es que Theresa May ha dicho públicamente que no cambia en nada la situación de Gibraltar, el nombre de Gibraltar no figura en esas cartas firmadas,  y ninguno de los  Veintisiete  ha corregido  las palabras de la primera ministra británica respecto al   que no se producirá ningún cambio respecto a la soberanía de Gibraltar.   

Qué más quisiéramos que el presidente español hubiera conseguido arreglar el desarreglo que hizo Michel Barnier, el negociador de la UE, para conseguir que May firmara Acuerdo y  Declaración Política. Desarreglo porque cambió puntos sustanciales del primer texto, entre ellos la capacidad de veto español a cualquier decisión sobre el futuro del Peñón. Pero también ha cambiado Barnier asuntos arancelarios y relacionados con la pesca en las aguas jurisdiccionales británicas. De ahí que Macron haya expresado su malestar por el acuerdo final. Que lo firmó, como Pedro Sánchez, pero al menos no se puso medallas porque ahora le toca negociar asuntos espinosos que afectan mucho a la economía francesa. En ningún caso ha dado por hecho que él, gracias a su propia y arrolladora eficacia, ha conseguido que May y la UE  asumieran las exigencias francesas, porque no ha ocurrido. Como tampoco, y duele reconocerlo, ha sucedido con España.

La firma del Acuerdo del Brexit, lo reconocen todos  los firmantes, estuvo envuelta en un halo de tristeza y de decepción. Nadie está contento, por eso es ridículo empecinarse en que sí lo está el presidente español. A nadie que crea en Europa le puede satisfacer que se marche uno de los miembros más importantes, aunque también es cierto que era el más incordiante.  Hay que tomar medidas para superar los frentes que abre ese abandono y, sobre todo, sentar las bases para que, en el futuro, ningún país miembro tenga tentaciones de  marcharse del club. 

No es un día para celebrar. Ni en el Reino Unido ni en las capitales europeas, porque la UE  está en declive hace años y tras la salida del Reino Unido queda seriamente tocada.  En cuanto a España, pues es día preocupante exactamente igual que para el resto de los países miembros. Por el futuro de la UE y porque  respecto a Gibraltar, pues  nos quedan años de tragar con la intransigencia británica a negociar sobre la soberanía.  Y encima,  nos quedamos sin derecho a veto a cualquier iniciativa  sobre el Peñón.  Solo el derecho al pataleo.

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