Opinión

Echar a andar

Se encuentra en marcha el habitual juego de las quinielas, de las que siempre surgen “sorpresas” que no lo son tanto, porque el juego consiste en rellenar casillas con los nombres que el jugador considera que son los que tiene en cuenta el que hace la lista,  y casi siempre el que hace la lista, el presidente, se mueve con unos esquemas que no conoce el que se considera entendido en la materia. 

El inicio del juego sí demuestra sin embargo un hecho: que los españoles han asumido con velocidad de vértigo que se ha iniciado el turno de Pedro Sánchez. Han pasado página, asumen que ha empezado una nueva era, aunque eso no impida  que muchos de esos españoles sienten una inquietud inconmensurable ante las decisiones que pueda tomar el nuevo presidente, con socios que inquietan –no solo a los conservadores, también en las filas socialistas- porque defienden principios que nunca han formado parte de la cultura política y social del PSOE. Con un ingrediente añadido:  no se sabe qué promesas ha hecho Sánchez a sus socios de moción de censura a cambio de votarla.

La nueva etapa ha echado a andar y por la cuenta que nos trae a todos más vale que acierte Pedro Sánchez en sus nuevas responsabilidades. Hay que darle un margen de cien días, marcan las reglas no inscritas, y aunque por su trayectoria y por sus acompañantes de aventura cuesta darle voto de confianza es obligado a hacerlo. 

La primera tarea es configurar un buen equipo de gobierno,  y después… ese es el problema, el después. Porque cada iniciativa tendrá que negociarla Sánchez con partidos que quieren romper España, ya que evidentemente no va a contar con el PP y difícilmente con Ciudadanos, aunque fue Rivera quien impulsó en cierto sentido la moción cuando, en su afán de que se convoquen cuanto antes unas elecciones en las que se veía ganador,  alentó a Sánchez a presentarla asegurándole su voto a cambio de elecciones ya o casi ya. No le importaba compartir estrategia de cambio con PSOE y Podemos. 

Pasado el trámite de la moción, lo que inquieta ahora es cómo va a lidiar Pedro Sánchez los miuras que él mismo ha elegido, liderados por el dúo Torra-Puigdemont que no tiene más objetivo que la república independiente de Cataluña,  y un Pablo Iglesias que no se va a conformar con ver cómo Sánchez pretende ejercer como presidente sin dar papel, presencial o político, a su principal socio de aventura. Un socio con apenas veinte diputados menos que los socialistas, lo que obliga a contar necesariamente con Podemos en cada propuesta del nuevo gobierno por irrelevante que sea.

Se avecinan días complicados. Ojalá nos equivoquemos los que pensamos que Sánchez no es la persona más adecuada para dirigir el país en una situación tan delicada. Ojalá. Porque las consecuencias de no acertar en la gobernabilidad serían dramáticas.

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