Opinión

El fenómeno Vox

Los sondeos le pronostican un tercer puesto, tras el PSOE y el PP, dejando atrás a quienes lo disputaban hasta ahora, Ciudadanos y Podemos. 

El fenómeno Vox es efectivamente un fenómeno, un partido que lleva años presentándose sin éxito a las elecciones y que de pronto tuvo un espléndido resultado en las autonómicas andaluzas con un efecto arrastre que tanto en abril como en mayo se llevó de calle las generales y las municipales y autonómicas. Hay encuestas  que le auguran los 40 escaños en noviembre, y alguna  incluso da por hecho que puede superarlos. 

Es el único partido que tiene más ingresos que gastos, gracias al creciente número de afiliados que pagan cuota religiosamente, cuando en otros partidos creen que afiliarse es poco más que votar a favor. Vox se acaba de trasladar de sede, en apenas un año ha pasado de un bajo de escasos metros, a un edificio de corte moderno con varios pisos en una zona emergente del norte de Madrid. Prueba evidente de que le va bien, muy bien.

El éxito de Vox es que ha aparecido en el mejor momento. Con el PP sufriendo una profunda crisis tras la decepción que provocó primero que varios altos cargos estuvieran vinculados en casos de corrupción, después la supuesta falta de energía de Rajoy ante el reto independentista catalán y a continuación el advenimiento de Pablo Casado que no tuvo en el primer momento la inteligencia de sumar en lugar de borrar del mapa a muchas de las personas más válidas del partido simplemente por haber apoyado la candidatura rival. Ha corregido el rumbo… pero mientras tanto Vox aprovechó el paso en falso para entrar con fuerza en el espacio de la derecha. Es derecha derecha, que se ha llevado a los que exigían un verbo más duro por parte del PP. Duro sin complejo, que es precisamente el éxito de Vox, al que no le duelen prendas para  presumir de españolismo, de patriotismo -con frecuencia patrioterismo-, la bandera más grande, la frase más hiriente, la verdad que duele más porque nadie se había atrevido a pronunciarla hasta que llegó la gente de Santiago Abascal. 

Cuando les acusan de populistas no niegan que hacen suyas algunas reivindicaciones del populismo europeo, no les importa fotografiarse con la gente de Le Pen, ni promover una política anti emigración y antifeminista, lo que ha encantado a quienes están hartos del feminismo radicalizado o de que los emigrantes accedan  a servicios sociales que, temen, erosionan los suyos.

Vox dice lo que la gente de derechas quiere oír, y ha pescado incluso en aguas de la izquierda según afirman politólogos. Porque han encontrado un hueco por el que colarse:  la gente, no solo la gente española, está harta de políticos políticamente correctos. Y Vox, o más bien los dirigentes de Vox, son lo más incorrecto que se puede encontrar hoy en el panorama electoral. Suben como la espuma.

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