Opinión

El primero de la lista

Era Íñigo Urkullu el primero  de la lista, Sánchez no quería piques y decidió iniciar sus reuniones con los presidentes autonómicos siguiendo el orden de antigüedad. Había acordado por teléfono con  el lehenkari   algunas cuestiones relacionadas con el acercamiento de los presos,  pero aun así Urkullu llegó con sus reivindicaciones históricas,  las transferencias que quedan por completar. Y además, las dos que los presidentes vascos plantean permanentemente sea quien sea el que gobierne: asumir las competencias penitenciarias, como  Cataluña, y hacerse con competencias de seguridad social,  lo que siempre ha negado “Madrid” porque significaría romper la caja única de la Seguridad Social, con todo lo que eso supondría de desigualdades para los españoles en asuntos tan serios como, por ejemplo, las pensiones.

Días atrás, un destacado peneuvista confesaba que en su primer encuentro con Pedro Sánchez como presidente de gobierno el lehendakari volvería a plantear las competencias penitenciarias y de seguridad social, para añadir que lo haría sin exceso de entusiasmo, porque sería asumir una “patata caliente” que  traería toda clase de problemas por mucho que se pudiera vender como un logro frente a otras autonomías.  Efectivamente las dos reivindicaciones han sido mencionadas por el lehendakari tras su reunión con el presidente de gobierno,  pero también efectivamente no mostró Urkullu excesivo entusiasmo.  

No nos equivoquemos: al lehendakari, como a la mayoría de los presidentes autonómicos, lo que más les interesa  es siempre el dinero, y en ese sentido los vascos son privilegiados con su polémico cupo, que además de facilitarles que cuadren bien  las cuentas públicas,  siempre es moneda de cambio para alcanzar acuerdos con los distintos gobiernos.  El PNV vende caro sus apoyos parlamentarios: cuanto más necesarios son sus votos, mayor es la cantidad que pide al gobierno central en concepto de cupo. Además de otras partidas presupuestarias, como ha ocurrido hace unas semanas, cuando arrancó a Montoro casi 40 millones más de lo previsto –no 540, que era la suma que le correspondía de financiación más los 40 suplementarios – y que el entonces titular de Hacienda ofreció para sacar adelante los Presupuestos. Aunque unos días más tarde el PNV ponía los cuernos a Rajoy apoyando la moción de censura que le  sacó de La Moncloa.

Urkullu, a pesar de que como todos los presidentes autonómicos regatea con  el gobierno central como si le fuera la vida en ello,  es un político serio. De su cita con Sánchez ha salido la creación de  una comisión para analizar el cómo y cuándo del traslado de los presos, pero es seguro que sobre todo  han hablado exhaustivamente  de Cataluña. Asunto que si preocupa a toda España, a Urkullu de forma particular:  está rodeado. De batasunos pendientes de  las maniobras independentistas catalanas, y de un ala radicalizada del PNV que no pierde ocasión de mostrar discrepancias con el lehendakari.  

Tanto a Sánchez como a Urkullu les interesaba que su primer encuentro fuera bien.

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