Opinión

Falta de perspectiva

Desconocer el terreno que se pisa puede ser letal en cualquier aspecto de la vida; en política provoca situaciones incómodas, surrealistas en algunos casos, y puede tumbar biografías.

No tumba las de Arancha Quiroga y Roberto Jiménez, pero les ha hecho un roto. No supieron calibrar su nivel de dependencia de las direcciones nacionales de sus partidos, y tampoco los apoyos con los que contaban en su propio territorio.

Quiroga, en una reacción impropia de un político que debe lidiar situaciones espinosas cada lunes y cada martes, amagó con dimitir cuando solo faltaban dos días para que se celebrara el congreso del PP vasco. Continúa, pero ha salido vapuleada de una situación que no ha sabido llevar con la capacidad de negociación que se supone a todo buen político. Roberto Jiménez por su parte se puso el mundo por montera y en su afán de desbancar a Barcina de la presidencia del gobierno foral miró hacia donde no debe mirar nunca un demócrata y a donde desde luego no mira la dirección federal de su partido, Bildu. Debió creer, como creen otros dirigentes regionales, que en sus decisiones no tienen voz y voto los dirigentes nacionales, pero bien que les parece en cambio que esos dirigentes nacionales promuevan su elección y que además apoyen sus campañas electorales para lograr el mayor número posible de votos.

Arancha Quiroga heredó un PP vasco muy herido tras la convulsión que sufrió hace tres años con la salida de María San Gil, con un ambiente enrarecido que Antonio Basagoiti trató inútilmente de enderezar. Tiene Quiroga todo el derecho a formar su nuevo equipo, como dice Cospedal, pero cuando se dirige un partido regional las decisiones deben ser consensuadas con quienes te han designado, tanto en el plano superior, el nacional, como el provincial. Lo que no hizo Quiroga, que quiso prescindir de Iñaki Oyarzábal como secretario regional sin hacer las necesarias consultas previas. Y que encima cometió el error de filtrar un nuevo nombre sin tener su visto bueno, de manera que se encontró con que la persona en la que pensaba rechazó el cargo que le ofrecía. Ingenuidad, falta de experiencia, no saber en qué terreno se movía… Paso en falso.

Como el de Roberto Jiménez, que tampoco ha sabido medir sus fuerzas y ha quedado desautorizado tras su amagar y no dar. En su caso con más pecado, porque se le había advertido que no se le iba a admitir pactar con Bildu. Ferraz se vio obligado no ya a lanzarle mensajes que no escuchaba, sino a hacer público un mensaje que le desautorizaba completamente. Otro paso en falso.

En política, más que títulos universitarios, es necesario tener experiencias vitales, haberse ganado la vida antes de formar parte de una lista y conocer las reglas del juego. No cumplirlas puede destrozar las trayectorias más brillantes.
 

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