Opinión

Isabel Díaz Ayuso

Isabel Díaz Ayuso no es una política que provoque entusiasmo por su gestión en Madrid,  el corona virus ataca con fuerza y ya ha anunciado que tomará  medidas parciales de confinamiento.  No llegó a la presidencia con una gran trayectoria de gestión detrás, era viceconsejera del gobierno regional pero con escasa capacidad de decisión. Cuando se produjo su nombramiento no contaba, ni de lejos, con el bagaje de sus antecesores Aguirre, Cifuentes o Ruiz Gallardón,  y aunque ha puesto su mejor voluntad desde el primer día de su mandato,  ha demostrado  las carencias propias de una primeriza en un cargo que le quedaba grande. Por otra parte, los defectos se potencian cuando se preside la región en la que se encuentra la capital de España. 

A todo ello se suma que  el resultado electoral la obligó a formar una  coalición con Ciudadanos, y su vicepresidente Aguado no ha desaprovechado la oportunidad para jugar a la contra. Se le nota de lejos que  se cree con más méritos que su inmediata superiora para dirigir el gobierno.

Ayuso, además de su buena voluntad, vocación política  y  un espíritu en el que la palabra cansancio no parece formar parte de su vocabulario, tiene a que lidiar con  otro elemento más:  la campaña brutal del PSOE y de sus diferentes satélites para presentarla como una inepta, inconsistente y superficial presidenta.  El gobierno de Madrid ha estado en mejores manos, pero es indudable  que hay otros presidentes regionales, algunos de ellos destacados socialistas, que merecen críticas más ácidas que las que recibe Ayuso por cómo ha enfocado la  lucha contra el corona virus o tomado decisiones de tipo social, económico y de infraestructuras, por mencionar solo las más relevantes.

La presidenta madrileña acaba de presentar en la Asamblea el estado de la región. Hasta sus detractores reconocen que no ha salido mal parada. Porque el líder de la oposición  Angel Gabilondo no estuvo acertado a pesar de que intelectualmente  es superior a Díaz Ayuso,  porque  las presiones del PSOE para llegar a un acuerdo con Garrido han provocado lo contrario de lo que deseaban y el siempre díscolo vicepresidente ha  apostado por la lealtad con Díaz Ayuso,  y porque a pesar de que Ayuso no está en el top de la lista de los mejores dirigentes políticos, por lo menos ha demostrado que conoce los problemas que tiene que resolver y que es capaz de rebatir las cifras que le pretenden clavar como si fueran puñales.

Está "verde" todavía,  le falta peso político, no ha sido capaz de limar asperezas entre los consejeros del PP y de Cs, se expresa de forma dubitativa, no demuestra el carácter y energía propios de un líder político… pero se esfuerza por mejorar.  Los hay peores en el escenario político actual y no existe una campaña contra ellos tratándolos de presentar como idiotas. 

Cuidado con este tipo de maniobras: existe el efecto bumerán.

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