Opinión

La hora del relevo

En política, nada se puede dar por seguro hasta que se produce la votación última y definitiva, pero lo ocurrido en el Parlamento andaluz, donde por primera vez se sentará una mujer de centroderecha en la presidencia, hace pensar que en dos o tres semanas se producirá el gran relevo en el gobierno de Andalucía, y un dirigente del PP, Juanma Moreno, se pondrá al frente de un gobierno de coalición que pondrá fin a casi cuarenta años de socialismo.

Dos generaciones de andaluces han crecido sin más referencias que el PSOE, y habrá quienes incluso no siendo socialistas sentirán una sensación de vértigo ante lo desconocido. Para miles de militantes y simpatizantes que han disfrutado de cargos y sueldos privilegiados, en muchos casos exclusivamente en razón de su militancia, no por sus méritos -como ocurre en todos los partidos y gobiernos- al vértigo se suma la desazón ante el futuro incierto. Se abre una etapa de gran, inmensa responsabilidad, para los probables nuevos gobernantes andaluces: de su trabajo depende que sus respectivos partidos puedan subir enteros de cara a las elecciones de mayo. Que acierten Moreno y Marín en su gestión será un elemento de referencia para los andaluces que acudan a las urnas en primavera pero también para el resto de los españoles. Juanma Moreno llevará sobre sus hombros una carga que va más allá del ámbito de la comunidad autonómica que puede presidir.

Cada vez con más frecuencia los errores de unos gobernantes los sufren otros miembros de sus partidos. La incomodidad que provoca Pedro Sánchez con sus alianzas y decisiones polémicas, más su desastrosa política respecto al independentismo catalán, ha afectado directamente a la todavía presidenta andaluza; también Susana Díaz ha cometido errores de bulto, aunque sin la “ayuda” de Sánchez quizá podría haberlos superado frente a una derecha fragmentada. PP y Ciudadanos estaban absolutamente enfrentados entre sí -solo el adversario común les ha unido- y con un Vox que sube como la espuma y resta votos a todos, principalmente al PP. Pero los dos partidos hoy bailan el agua porque de no hacerlo Susana Díaz se mantendría en el Palacio de San Telmo. Hasta el último momento Cs ha intentado que no hubiera pacto con Vox -la foto de Marin en la estación de Jerez, ha soliviantado a la mayoría de su partido-, pero a la fuerza ahorcan.

El relevo en el Parlamento ha sido posible gracias al acuerdo del PP y Cs con un partido que consideran populista y de extrema derecha, y tendrán que continuar poniendo buena cara a Santiago Abascal si pretenden gobernar primero y mantener estable a ese gobierno después.

Pedro Sánchez se ha desplazado a Mali en una fecha negra para su partido en Andalucía. En Madrid, Rubalcaba ha rechazado su ofrecimiento para ser candidato a la alcaldía. Se comprende. El PSOE de Sánchez solo gusta a sus incondicionales. A los que ha colocado muy bien.

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