Opinión

Una moción con mucho de esperpento

El candidato a la Presidencia del Gobierno, Ramón Tamames, en el Congreso.
photo_camera El candidato a la Presidencia del Gobierno, Ramón Tamames, en el Congreso.

En Vox dicen que la moción dañará a Pedro Sánchez y al PP; en el PP que dará mucho oxígeno al Gobierno y a sus socios

El texto, íntegro, se filtró a los medios de comunicación una semana antes del debate parlamentario. La euforia en la que vive el candidato Tamames le llevó a enviar el texto no solo a Fernando Sánchez Dragó, que colaboró en la elaboración del discurso, sino que se lo mostró también a algunos compañeros de la Academia de Ciencias Morales y Políticas, y no todos mantuvieron la discreción.

En Moncloa se frotan las manos: pueden preparar la estrategia con tiempo de sobra, y hay quien sugiere que Sánchez solo responda a Abascal, antes de que Tamames inicie su discurso, y que aproveche además la ocasión para arremeter con fuerza contra el PP, no solo contra Vox. Y hay más sugerencias en el círculo presidencial: que a Tamames se enfrente solo Yolanda Díaz. De esa manera no se expone el presidente de Gobierno -no es fácil debatir con un hombre de 90 años, sin complejos y de importante biografía- y de paso se conocerán las aptitudes reales de Díaz como líder política, lo que también conviene a un Sánchez que sabe que su única posibilidad de mantenerse como presidente es que Podemos y Sumar le aporten los escaños necesarios para lograr la mayoría de investidura.

Así están las cosas estos días previos a la moción de investidura, pero todo es tan insólito en esa moción, tal teatral, con tantos protagonismos, cambios de estrategia y un candidato que cree sinceramente que puede ser presidente, que de aquí al martes todo y nada puede ocurrir. Incluso que Vox retire la moción: en el partido no solo hay desconcierto sino que personas relevantes reconocen abiertamente que se han equivocado al presentar la moción y, más aún, al elegir candidato.

Ese clima de descontento, que existe hace tiempo, aunque se ocultaba, sale a la luz. Se está viendo que efectivamente solo dos personas ejercen verdaderamente como estrategas de Vox, Santiago Abascal y sobre todo Kiko Monasterio, periodista y asesor del presidente del partido. Tanto Iván Espinosa de los Monteros como Ignacio Garriga o Jorge Buxadé, por mucho que sean portavoz parlamentario, secretario general del partido o portavoz de Vox, cuentan pero no influyen en las decisiones políticas del partido.

El jueves, en una sala del Congreso de los Diputados, Ramón Tamames y Santiago Abascal celebraron una rueda de prensa para transmitir, o intentar transmitir, que es más lo que les une que lo que les separa; que Tamames se siente orgulloso de ser el candidato de Vox a la presidencia del gobierno en la moción de censura , y que Abascal considera que con Tamames se ha alcanzado su objetivo, presentar un candidato verdaderamente independiente.

La "desconocida" biografía

La rueda de prensa era necesaria, porque el exceso de tiempo transcurrido desde que se anunció la moción el pasado mes de diciembre primero, y después el nombre del candidato, había provocado un clima de duda en el seno de Vox que iba in crescendo a medida que se publicaban datos biográficos del candidato… y se sucedían sus declaraciones.

Tamames sin embargo contaba con una trayectoria perfectamente conocida para cualquier español interesado en la política, y todo hacía pensar que en Vox nadie se había interesado por preguntar o leer sobre su pasado, su carácter y su personalidad, antes de ofrecerle la candidatura a la presidencia del Gobierno.

Militante comunista muy activo, conoció la cárcel en tiempos de Franco, pero tras los primeros años de la Transición giró hacia posiciones centristas. Desde que se le ofreció la candidatura, en sus entrevistas se mostraba muy ajeno a los principios que defiende Vox. A todo ello se sumaba que en los sondeos últimos se recogía la pérdida de fuerza de Vox, así que la inquietud inicial que se vivía en la calle Bambú, sede de Vox, se transformó en seria preocupación.

Tamames, además de político y economista de gran prestigio, cuyo libro “Estructura Económica de España” ha sido un referente para los profesionales, a sus casi 90 años ha revivido después de décadas de ausencia en la primera fila de la sociedad. Tanto política como intelectual.

La oferta de Abascal, que vino de la mano de su gran amigo y compañero en la prisión de Carabanchel, Fernando Sánchez Dragó, a su vez amigo del presidente de Vox, fue aceptada de inmediato. Muy centrado en su actividad como miembro de la Academia de Ciencias Morales y Políticas, veía la oportunidad de recuperar el protagonismo perdido. Desde el mismo día que se conoció la noticia, aceptó con satisfacción, no con resignación, las llamadas de periodistas que pedían entrevistas, y a todas respondió afirmativamente, hasta el punto de realizar cuatro o cinco diarias.

Ahí surgieron los primeros problemas, porque aparecieron las discrepancias. No era de Vox, había llegado al acuerdo con Abascal de que le dejarían actuar con absoluta independencia, no coincidía con todas las iniciativas que defendía Vox… Se le pidió prudencia y contención, y que procurara no hacer demasiadas declaraciones. Y cumplió. Se dedicó a fondo a elaborar su discurso de candidatura a la presidencia del gobierno, para el que contó con media docena de colaboradores, entre ellos su hijo pero no dirigentes de Vox.

Las llamadas de Tamames

Tamames lo escribió en muy pocos días, porque su entusiasmo le llevó a escribir compulsivamente. Mucho antes de que Maritxell Batet anunciara la fecha del debate de la moción, los días 21 y 22 de marzo, Tamames ya había finalizado el discurso. Y nada más saberlo por la propia presidenta del Congreso, consideró que debía hacer más entrevistas.

Ahí ya no hubo solo problemas en Vox, sino clara incomodidad por las declaraciones del candidato, hasta el punto de que Abascal denunció el “acoso” de los medios de comunicación a Tamames para justificar ante su ejecutiva que algunas de las frases que se recogían en titulares estaban inducidas por periodistas que querían insistir en las diferencias ideológicas del candidato con el partido que lo proponía para la presidencia del gobierno.

Nada más lejos de la realidad: era el propio Tamames el llamaba a los medios, incluso a algunos que ya le habían entrevistado, para hacer nuevas declaraciones. Anunció que había invitado a cenar a Sánchez el día anterior a la moción, pero que el presidente había declinado la invitación porque no le parecía pertinente. Gabriel Rufián, por su parte, contaba en los pasillos del Congreso que Tamames le habían invitado a comer o cenar… Todo era esperpéntico, un despropósito, y en Bambú el desasosiego hizo exclamar a alguno que iban al desastre. Abascal intentaba calmar los ánimos con el argumento de que la moción se convertiría en un problema para el PP si insistía en la abstención, porque sus votantes no le perdonarían que no aprovechara la oportunidad para expulsar a Sánchez del Gobierno. Argumento fácilmente desmontable porque harían falta muchos más votos que los del PP y Vox para que triunfara la moción de censura.

A conveniencia

Tamames seguía en su línea: declaraciones en las que explicaba que coincidía con algunas de las posiciones de Rufián, y que no se sentía especialmente crítico con Pedro Sánchez. En las hemerotecas aparecían declaraciones suyas posteriores a la celebración del referendum ilegal de Cataluña del 1-O en las que defendía el reconocimiento de Cataluña como nación para resolver el conflicto catalán. Consideraba a España una nación de naciones y, no contento, mostraba su distanciamiento con el exceso de fervor de Vox hacia la bandera.

En Vox dicen que la moción dañará a Sánchez y al PP; en el PP que dará oxígeno al Gobierno y a sus socios porque fracasará. Sánchez afirma que perjudicará a Feijóo por su contradicción al no votar en contra de su Gobierno y a favor de que abandone la presidencia. Cada uno la interpreta a conveniencia.

Esta semana habrá espectáculo en el Congreso de los Diputados. Más apasionante que cualquier serie o película, porque no se conoce el guión ni el final, puede ocurrir cualquier cosa. Incluso, que finalmente no haya moción.

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