Opinión

Pablo Casado y el cambio

Faltan claves, faltan datos,  pero además de que es evidente que es evidente que Casado sufrió un arrebato de ira  cuando leyó la entrevista  de Cayetana en El país, en la que la portavoz parlamentaria cuestionaba la política del PP y a sus máximos dirigentes, Casado también debió sufrir  un arrebato de cordura  que le llevó a comprender   que de seguir cruzado de brazos se le  escapaba cualquier posibilidad de ser algún día presidente de gobierno. Estaba  incluso en juego su candidatura a la presidencia  en las próximas generales.

Faltan datos, que difícilmente desvelará Casado a la Directiva Nacional convocada para este jueves; en esas reuniones se cuentan pocas cosas importantes y se cargan las tintes en la ideología y en lanzar mensajes positivos. Habitualmente  se levanta la sesión con solo una supuesta inyección de ánimo a los asistentes. Pero, aunque faltan datos, hay algunas evidencias y también alguna que otra certeza que permiten llegar a la conclusión de que Pablo Casado, al fin, se va a tomar en serio el papel de líder de la oposición. Que es algo más que sacar los colores al presidente mañana tarde y noche. Debe tomar iniciativas y decir aquí estoy yo para echarte una mano cuando lo necesites para los asuntos verdaderamente serios, como los que se viven en estos momentos.

Prescindir de Cayetana significan muchas cosas: fin del control de Aznar, acercamiento al centro - el espacio en el que se ganan elecciones- y quizá, solo quizá, ofrecimiento a Sánchez para hablar de todo. De la renovación de las instituciones judiciales,  pero también de cómo salir de la enorme, inconmensurable crisis que sufrimos, institucional, económica, sanitaria y de credibilidad. Casado prescinde de una cabeza que dificultaba el diálogo y por tanto cualquier pacto entre el presidente del gobierno y el líder de la oposición para trabajar juntos por la recuperación de una España doliente, golpeada y amargada porque temor la quiebra. Lo menos que puede hacer ahora el jefe de Gobierno es mantener una larga y profunda entrevista con el líder de la oposición, analizar los dos juntos cómo se presentan los próximos meses y sumar esfuerzos para salir adelante en lugar de tirarse los trastos a la cabeza.  Y a cambio del apoyo del PP para las cuestiones más urgentes, si cabe  romper una coalición que es nefasta para España, letal para las expectativas electorales de Podemos y que no favorece al PSOE. Nada bueno ha salido de ella. 

Sánchez está a tiempo  de replantearse las cosas y pactar con el PP cómo sacar adelante este país sumando esfuerzos.  Tanto Sánchez como Casado saldrían beneficiados de una aventura común.

La salida de Cayetana de la primera línea del PP abre la puerta a un nuevo clima de colaboración entre los dos políticos. Que quieran hacerlo, es otra cosa. Pero deberían estudiarlo porque de no hacerlo los dos serían  responsables de que este país  se hunda definitivamente.

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