Opinión

¿Quién va a gobernar?

El jueves, a las siete de la tarde, suena el móvil y en la pantalla aparece el número de un dirigente socialista, de los que influyen aunque hoy no se encuentre ya en el núcleo de poder, el de Pedro Sánchez. “Se ha vuelto loco, esta vez ha traspasado todos los límites. Ha hundido el partido, pero lo que ya no se le va a permitir es que nos haga desaparecer del mapa”. Esta periodista no sabía de qué estaba hablando, aún no se había anunciado el acuerdo en el Senado: “Va a ceder cuatro senadores, dos a CiU –dijo CiU- y dos a Esquerra, para que tengan grupo parlamentario en el Senado. Es lo que faltaba, que dé aire a los independentistas catalanes. Va a cabrear aún más a los de Podemos, que nos acusan de haber impedido que puedan tener cuatro grupos en el Senado y ahora ven que Pedro utiliza una artimaña para que lo tengan los independentistas… No se puede seguir dejando el futuro del partido en sus manos, no todo vale con tal de ser presidente”.

Efectivamente Pedro Sánchez está demostrando desde el 20 de diciembre que para él todo vale con tal de ser presidente. Juega a su favor que no hay un solo dirigente de su partido que quiera que gobierne Rajoy, que es quien ha ganado las elecciones. A todos gustaría que se haga el máximo esfuerzo para llegar a acuerdos con otras fuerzas y se alcance así La Moncloa; pero esos mismos dirigentes, en público, en privado, y en la última reunión del Comité Federal, le marcaron muy claramente a Sánchez cuales eran las “líneas rojas” intraspasables. Sin embargo da la impresión de que Sánchez no lo ha entendido, o que le importa poco lo que le digan los responsables regionales del PSOE o aquellos que formaron parte de los gobiernos socialistas. Y desde hace días toma decisiones motu proprio que llenan de consternación a muchos de los que le auparon a la secretaria general y que ahora dicen que hay que proceder al relevo, cumpliendo, como es lógico, los procedimientos que marcan los estatutos.

¿Por qué, a pesar de ese rechazo manifiesto a lo que está haciendo, los que hace veinte días le criticaban abiertamente ahora se mantienen callados? “Porque no quieren que se transmita la idea de están conspirando contra él, metidos en maniobras extrañas para desplazarle, explica el interlocutor de la llamada telefónica. Solo intervendrán cuando Pedro cometa tantos errores que será imposible dejarle seguir adelante. Cuando se haga evidente que es él mismo el que camina hacia su final, que el relevo no viene dado por presiones de los barones y de Susana Díaz, como dicen los suyos, entonces se tomarán decisiones”.

Con este panorama tan complicado en el PSOE, es imposible hacer pronósticos sobre qué puede pasar en el futuro, qué tipo de gobierno espera a los españoles. Los socialistas insisten en que hay que hacer todo lo posible para que no gobierne Rajoy, pero los más sensatos de ellos no van a permitir que Sánchez llegue a acuerdos con partidos que defienden intereses que van contra los principios del partido.

En ese escenario de incógnita que vivimos, que sufrimos, porque las incógnitas siempre provocan inestabilidad, Rajoy es el candidato que espera acontecimientos, Albert Rivera profundiza en su papel de mediador entre PP y PSOE –ha sido fundamental su trabajo para conseguir el acuerdo que llevó a Patxi López a la presidencia del Congreso-, y Pedro Sánchez está empeñado en una carrera desenfrenada para alcanzar la presidencia del Gobierno. Tan desenfrenada, que puede caer por el precipicio.

El cuarto personaje en litigio, Pablo Iglesias, insiste en mantener sus intenciones respecto al referéndum catalán, mira de reojo a la alcaldesa Ada Colau que sube puntos entre las formaciones podemitas, no desaprovecha la oportunidad de arremeter contra Rivera, al que acusa de hacer panda con partidos que amparan la corrupción como PP y PSOE, y además acusa directamente a Pedro Sánchez de ceder ante PP y Ciudadanos para impedir que en el Congreso haya cuatro grupos parlamentarios podemistas, Podemos, Compromis, En Comú y Mareas. Y desde luego la cesión de cuatro senadores socialistas a ERC y Democracia y Libertad, no ayuda al acercamiento entre PSOE y Podemos.

LOS ESCENARIOS

¿Qué va a pasar entonces? Es la pregunta del millón, y hoy por hoy no hay respuesta. Cuatro son las posibilidades:

Una, el ya mencionado acuerdo del PSOE con Podemos, aunque no suman suficiente y haría falta la cooperación de Ciudadanos. Si se sumaran a ese acuerdo, con apoyo activo, ERC y DIL, la abstención de Ciudadanos sería suficiente para dar el Gobierno a Pedro Sánchez. Rivera no quiere ni oír hablar de favorecer nada con Podemos dentro, y menos aún con dos partidos independentistas.

Dos, un acuerdo entre PP y Ciudadanos. No sería suficiente con la abstención de Ciudadanos, Rajoy necesitaría su voto a favor y que además no votaran en contra el resto de los partidos.

Tres, acuerdo entre PP, PSOE y Ciudadanos con Rajoy de presidente. Una legislatura corta, de unos dos años, con tiempo para reformar la Constitución, las medidas económicas a las que obliga Bruselas, la financiación autonómica y algunas leyes relacionadas con las ayudad sociales y la educación. Las Cortes aprobarían la reforma constitucional, que obliga a disolver de forma inmediata y convocar nuevas elecciones. El nuevo parlamento deberá ratificar la reforma de la Constitución y a continuación poner fecha para un referéndum.

Cuarta posibilidad, elecciones anticipadas. No interesa a Pedro Sánchez, que quizá ya empieza a sospechar que si hay adelanto no sería candidato de su partido. Tampoco interesa a Ciudadanos, que no alcanzó el 20 de diciembre el resultado que le auguraban las últimas encuestas y además puede tener la sensación, como tiene mucha gente, que ante el temor de un acuerdo entre PSOE y Podemos, parte del voto antiguo del PP que se fue a Ciudadanos por decepción con Rajoy y porque les gustaba el mensaje de Rivera, vuelvan a su posición inicial de votar al PP para impedir lo que la derecha llama ya “Un Frente Popular” de tan infausto recuerdo. La actitud de los parlamentarios de Podemos en primer día de la constitución del Congreso de los Diputados, no ayuda a confiar en el sentido común de esa formación política.

La pelota está en el tejado de Sánchez Rajoy se mantiene atento a la jugada. No dará un paso mientras no sepa cuáles son los que da su adversario. Pero que ERC y DIL tengan voz independentista no ayuda a plantar cara a lo que los independentistas llaman “El Procés”. Y Sánchez les ha dado oxígeno.

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