Opinión

Rivera encuentra trabajo

Se equivocaron los que afirmaban que Albert Rivera acabaría  trabajando en el sector del espectáculo que, vía conyugal, ya conoce bien el propio político. O ex político. Rivera, licenciado en Derecho y que trabajó en la asesoría jurídica de la Caixa antes de dedicarse a la política, ha sido contratado por el bufete Martínez Echevarría. Un buen bufete en el que con toda seguridad el ex presidente de Ciudadanos pronto dejará atrás la nostalgia, si aún la tiene, de unos años en los que ha recibido no pocos disgustos. 

Si en algún momento se le ha pasado por la cabeza repensar su decisión y abrir la puerta a regresar en el futuro a la política, con este fichaje se le quitará la tentación de la cabeza. Como ha ocurrido a ex ministros que han acabado en grandes despachos de abogados y que confiesan que su etapa política fue apasionante pero el sosiego, el ejercicio de su profesión, la libertad para manejar los tiempos y, por qué no decirlo, sus ingresos, les han hecho valorar muy positivamente su nueva situación. 

Ese sentimiento de cambio a mejor lo confiesan muchos de los colaboradores más estrechos de los últimos presidentes de gobierno, pero para los españoles no es buena noticia que se vaya descapitalizando el mundo político. En algunos casos da la impresión de que se han ido los mejores -por derrotas electorales, dimisiones, ceses o motivos personales – y nos hemos quedado con el desecho de tienta. Con excepciones, por supuesto y afortunadamente, pero a veces se miran las primeras filas de los grupos parlamentarios y el gobierno y se llega a la conclusión de que algunos de los que allí se sientan jamás habrían tenido hueco en cargos de responsabilidad del PSOE o del PP de antaño. Cuando eran dos partidos que se codeaban con los grandes partidos socialistas y conservadores del mundo y tenían como interlocutores a algunos de los hombres y mujeres que tuvieron un papel destacado en la construcción de sus países. Como ocurría también en España hasta hace apenas una decena de años. Hoy, poca historia aportan algunos de los dirigentes españoles, pero no son excepción: ocurre lo mismo en la mayoría de los países europeos. 

Rivera no acertó como presidente de Ciudadanos tras el éxito que tuvo en las últimas elecciones catalanas. Se equivocó al impulsar a Ciudadanos a ser partido nacional cuando su éxito había sido convertirse en el referente constitucional de Cataluña. Y se equivocó sobre todo al no llegar a un acuerdo con Sánchez e impedir así el gobierno de coalición Psoe-Podemos que tanto daño está haciendo ya y más que va a hacer. Pero era un político con principios y que hizo lo que consideraba mejor para su país, aunque se equivocara.

Se ha ido. Otro más. Cada vez quedan menos dirigentes a los que se vea capaces de llevar a buen puerto este país tan deteriorado.

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