Opinión

UNA CIUDAD VACÍA

Crónica personal

Los españoles están cumpliendo las instrucciones de no salir a la calle excepto en los casos imprescindibles, o al menos las están cumpliendo la mayoría de ellos. Madrid aparece más vacío que el mes de agosto, las terrazas han cerrado porque así lo ha dispuesto la autoridad regional y este sábado lo harán bares y discotecas. Los coches que circulan son pocos. No se sabe si la gente no sale a la calle por miedo o por sentido de la responsabilidad, probablemente hay tanto de lo uno como de lo otro. 


Los teléfonos arden, todo el mundo conoce a alguien que está pendiente de que le hagan la prueba, o que está ya hospitalizado, o que se encuentra en casa cumpliendo cuarentena porque ha dado positivo. Preocupan los mayores, los muy mayores, y en los parques se ven perros con sus dueños pero se echa de menos los gritos de los niños, habituales cuando no tienen clase. Los padres no han querido correr riesgos y los han dejado en casa. Internet es una ayuda, está plagado de sugerencias para que los niños puedan entretenerse en el encierro. Para los adultos circula una página con visita virtual por los diez museos mejores del mundo, así como listas de series y películas de las plataformas digitales. Y también hay alguna de libros aconsejables, pero desgraciadamente el hábito de la lectura no parece que enganche tanto como las plataformas, que recomiendan plan tranquilo de palomitas y manta. La manta no hace falta, ha llegado el calor aunque durará poco. Una gran noticia, porque los expertos en esta clase de asuntos, expertos en virus y enfermedades, aseguran que lo mejor para combatir el COVID-19 es que suba el termómetro. Por eso se hacen pronósticos sobre la fecha en la que habrá acabado la pesadilla. La sanitaria, la económica será mucho más larga.


Superado el virus, dicen las asociaciones de abogados y jueces que llegará el momento de exigir responsabilidades a un gobierno que ha puesto en riesgo la salud de los españoles por no tomar las medidas necesarias. Ya hacen cuentas los bufetes especializados en demandas colectivas.


Hasta hace dos días, era raro en Madrid ver una mascarilla, y las pocas que había pertenecían casi siempre a turistas de origen asiático. Han cerrado casi todos los “chinos”. Una estudiante coreana se me quejaba hace dos días de que en el autobús no se sentaba nadie a su lado. Para los europeos, todos los asiáticos son chinos.


Estamos en cuarentena, los que se encuentran mal y los que se encuentran bien, los que han dado positivo y los negativos. Los supermercados tienen las estanterías llenas, nada que ver con el vacío del lunes pasado cuando se vivía en estado de pánico por la posible escasez de suministros. No falta de nada… pero apenas entra nadie a comprar. 
Se cumple a rajatabla el protocolo. Con las excepciones de siempre, pero se cumple.

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