Opinión

Versos sueltos

Los hay en todos los partidos, pero en tiempos electorales miles de ojos se centran en ellos, para ver si mantienen su voz propia aunque el jefe o la jefa marquen otra línea o, por el contrario, intentan un acercamiento a la posición oficial no vaya a ser que se queden en tierra cuando llegue la hora del reparto si el que manda llega al poder o se mantiene en él.

Los versos sueltos son figuras atractivas, sobre todo cuando se mantienen en su línea caiga quien caiga, asumiendo hasta el final las consecuencias de su disidencia. Saben que pueden perder todo, y a pesar de ese riesgo acumulan simpatías por ser más fieles a sí mismos que a quien pretende, desde arriba, imponerle lo que debe decir y hacer.

En esta campaña dos candidatos pertenecen a esta última categoría, los dos del PSOE. En el PP había candidatos que también marcaban distancias con Génova, pero aquello finalizó cuando llegó Feijóo desde Galicia para sustituir a un Casado en el que los versos libres eran ya multitud. Los hubo también en Ciudadanos, con menos mérito porque empezaron a asomar la cabeza cuando el declive de Rivera era ya un clamor, y finalmente acabaron también renunciando a las siglas o, lo más discutible, apuntándose a un PP que les acogía con mucho agrado. En cuanto a Podemos, qué decir de las idas y venidas de dirigentes y militantes… en muchos casos la disidencia ha estado directamente relacionada con cuestiones personales, Pablo Iglesias era experto en ese negociado. 

Y hay que mencionar a Vox, con Macarena Olona teniendo voz propia que perdió en Andalucía. Es de dominio público que la mandaron a Andalucía en contra de su voluntad, pero no se sabe si fue porque en la calle Bambú no gustan los que tienen protagonismo y personalidad ajena al partido, y la preferían por tanto fuera de la sede central y del Congreso, o fue una decisión estratégica de Abascal y Kiko Monasterio porque creían que Olona tendría un buen resultado y entraría en el gobierno de Juanma Moreno. Algún día conoceremos también ese dato.

Los dos candidatos que defienden su ideología y su proyecto en contra del criterio oficial son, lo habrán adivinado, Emiliano García Page y Javier Lambán. Un aplauso para ellos, ocurra lo que ocurra el 28-M. Han demostrado que tienen principios a los que no renuncian, y también que son leales a quienes les votaron y convirtieron en presidentes de Castilla-La Mancha y Aragón porque respaldaban esos principios.

No debe ser fácil estar dentro de su piel, sobre todo porque Pedro Sánchez no perdona, aunque en buena ley habría que señalar que Sánchez no perdona sobre todo aquellos a los que debe favores, no hay más que ver dónde están aquellos que le hicieron secretario general del PSOE, a los que ha laminado. El servilismo siempre produce incomodidad, pero en política… en política no hay quien lo soporte.

Te puede interesar