Opinión

Y ahora, los jueces

Pedro Sánchez es alumno destacado del maestro que aconseja  repetir falsedades hasta que sean asumidas como verdad. Acumula unas cuantas, aunque no es el único político experto en esa estrategia; pero Sánchez utiliza ese recurso con más desfachatez. Entre las falsedades que maneja con soltura el presidente en las últimas fechas se encuentra el repetir una vez y otra que el PP bloquea la renovación del Consejo General del Poder Judicial.  

Si hay que utilizar la palabra bloqueo habría que mencionar no solo al PP sino también al gobierno, porque es mayor el bloqueo de Moncloa que el de la calle Génova. Las conversaciones entre gobierno y PP han ido bien, incluso muy bien, hasta que Pedro Sánchez metió la mano, inducido como siempre por sus socios de Podemos y por los partidos a los que quiere contentar permanentemente para que le echen una mano parlamentaria cuando vengan mal dadas.

El ministro de Justicia Juan Carlos Campo, y el consejero de Justicia e Interior de la Comunidad de Madrid, Enrique López, que es también el responsable de Justicia de la dirección del PP, han negociado de forma discreta la renovación del CGPJ durante meses. Se conocen bien –coincidieron durante varios años en el Consejo como vocales-, mantienen una relación personal fluida y se respetan en lo profesional, uno desde posiciones progresistas y otro más conservadoras. 

El acuerdo al que habían llegado se rompió a principios de verano, en cuanto lo trasladaron a la presidencia del gobierno. Sánchez quería un miembro de Podemos en el CGPJ, y también algún catalán. Independentista, desde luego. Esa exigencia de Moncloa es lo que provocó que el PP se negara en redondo a seguir negociando: consideraba que existían motivos sobrados para desconfiar de lo que pudieran impulsar podemitas e independentistas en el Consejo. Que si en tiempos de Carlos Lesmes ha estado menos politizado que en años anteriores -aunque en casos de fuerte carga política se suelen dar votaciones claramente  contaminadas- con Podemos dentro con toda certeza el o la vocal que saliera elegida utilizaría las mismas artimañas y tendenciosidad que está utilizando ese partido en las instituciones en los que se ha incrustado. Empezando por el propio gobierno.

Sánchez pretende ahora cambiar las reglas de juego imponiendo una reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial para rebajar la exigencia de mayoría cualificada para la renovación. Busca expertos para que encuentren la manera de salvar los obstáculos legales, y mientras lo buscan, sigue la arremetida contra el supuesto bloqueo que impone Casado. Que si existe es porque Sánchez no ha querido asumir lo que negoció su ministro, y trata de alcanzar su objetivo tirando por la calle de en medio.

Es listo el presidente, hay que reconocerlo: siempre encuentra la manera de descalificar al adversario echándole la culpa de sus propios desaguisados. Desaguisados que siempre tienen el mismo diseño: tomarse la ley a título de inventario.

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