Opinión

Duque por mar y tierra

El duque de Edimburgo cumpliría cien años el 10 de junio. Las separaciones sanitarias marcaron el último año de su vida en el Palacio de Windsor y, al mismo tiempo, nos acercaron la profesionalidad en eso de guardar distancias. Caminaba viendo la espalda de su esposa Isabel II de Inglaterra, reina del Reino Unido de Gran Bretaña, Irlanda del Norte y de la Mancomunidad de Naciones. Su gran desafío fue pasar de tomar decisiones en los barcos de la Marina Real Británica a caminar detrás de su consorte, a la que conoció cinco años antes de que sucediese a su padre, el rey Jorge VI.

El funeral del sábado en la capilla de San Jorge le pone, sin serlo, en la lista de ser un Windsor, al convertirse en el tercer miembro real británico más longevo por detrás de su suegra con 101 años y la tía de la reina Isabel segunda, la princesa Alicia, que vivió 102. Vivir largo es reivindicación callada, lejos del momento en que pidió ser príncipe del Reino Unido o cuando dijo querer ser comparable a los otros hombres pasando el apellido a sus hijos. La perspectiva que le dio caminar dos pasos por detrás no le impidieron practicar la carrera y lo hizo en carros de caballos. Llegó a representar a Gran Bretaña en tres competiciones europeas y seis mundiales, acontecimientos que puso de moda. Deja al príncipe Eduardo para hacerse con el título de duque de Edimburgo; pero para ello el príncipe Carlos deberá convertirse en rey. El hijo pequeño de los monarcas colaboró con su padre en hacer posible el premio duque de Edimburgo, que anima en nuevas habilidades a los niños de todos los orígenes.

En tiempos de necesidad de referentes el príncipe Felipe de Edimburgo pone en herencia la cualidad de la lealtad. Su discreción, elegancia, carácter y sentido del humor hacen olvidar las declaraciones de otras Altezas reales, como el príncipe Enrique, esposo de Margarita II de Dinamarca que se murió dejando dicho que se había sentido inútil y relegado. 

Felipe de Edimburgo, consorte real con más años de servicio en la historia británica puede ser manual de instrucción y dirección para futuros jóvenes maridos que quieran contribuir a mantener la Monarquía como institución indiscutible. No pudo modernizarla, como le hubiera gustado, y ahí queda algún ejemplo de comportamiento para futuros cónyuges, entre ellos el de la princesa Leonor de España y el resto de las herederas de las Casas Reales europeas como Victoria de Suecia, Elisabeth de Bélgica, Amalia de Holanda y la princesa Estelle de Suecia. Era el único hijo del príncipe Andrés de Grecia, hijo del rey Jorge I y de la princesa Alicia de Battenberg, descendiente directa de la reina Victoria. A ella ha querido recordar pidiendo ser trasladado a su definitivo lugar de descanso en el carruaje que la llevó en su funeral en 1901.

 “Per mare per terram" lema de la Marina Real Británica sirve para poner al duque de Edimburgo también en el lugar de honor de los pocos supervivientes que teníamos de la Segunda Guerra Mundial. 

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